Siendo humana ¡yo puedo hacerlo todo!

Desde las alturas de la boscosa colina que dominan las llanuras se encontraba observando la planicie atentamente un animal que difería mucho del ambiente en el que se encontraba. Era un mapache. La atención que ponía en una caravana que circulaba por unos de los caminos que lleva a la ciudad era máxima. Necesitaba saber cuantas personas había allí, que puntos débiles tenía, por donde abordarla para sorprenderla junto a sus viajeros, si convenía asaltarla de noche, estudiando el valor de la carga que transportaba de acuerdo al nivel de cuidados que tenían los sujetos. Tantos detalles tenía que manejar a la perfección el ladrón que necesitaba pensar en ello constantemente de manera oculta y disimulada. Si uno de ellos sabía que había alguien observando desde una colina por mucho tiempo, sospecharían, pero si solo vieran a un mapache aparentemente extraviado en la llanura se burlarían, les provocaría ternura o les daría igual; pero lo importante estaba en el detalle de que no había atención en descubrir su truco. La sorpresa era el factor clave para este ladrón educado y expuesto. Gustaba de hacer sus exhibiciones picarescas, pero no debía distraerse. Tan absorto se hallaba en esto que no se dio cuenta de que había alguien correteando suavemente como el viento y lo atropelló. Pues nadie miraría pequeños objetos en el camino. -¡¡¡Eeekk!!!-

Cerró los ojos frunciendo el ceño, molesto por la interrupción. Se quejó por medio de gruñidos y amenazas. Pero luego cuando vio que esa chica brusca acarició su cabeza pensó un poco mas seriamente en su plan, y en involucrarla. Parecía ser una joven a merced del Destino.
-Bien, no quiero nada, tu no puedes hacer nada por mí. Yo solo me valgo y tú has arruinado mis planes. ¡Ahora tendré que empezar todo de nuevo! Y por tu culpa.- Descargó su enojo y molestia. -Pero bueno, pensándolo bien, quiero comida. ¿Tienes?- Mirando atentamente por los resquicios de su ropaje para observar bolsas o bultos que pudieran contener algo de valor.

-¡Ah! Entonces ¿qué haces tú aquí? Estás sola y a decir verdad quiero disculparme por algo.- ¿Estaba loco este? Quién lo sabría. Era una manera de comportarse muy extraña. Se incorporó y se transformó. Luego de haberlo hecho hizo una reverencia y se presentó. -Soy Gon, mapache solitario de cualquier bosque y de la ciudad Odalya, así como ladrón aventurero. Os advierto que soy muy pícaro.- Sonreía picaronamente y burlón. -Os pido disculpas.- mientras se inclinaba y tomaba su mano para saludarla sacaba una uva que había quedado en un bucle del vestido. Luego al levantarse se comió la uva delante de ella. Y la miró un poco como si estuviera riéndose de ella y su negativa. -¿Tú que haces por estos pagos?-

-¿No me crees? Bueno, no me interesa, ya lo creerás cuando me veas en acción. Pagos son estas tierras pertenecientes al viñedo. ¿No lo sabías tú? Vaya que te falta educación ¡eh!... Pero bueno, mira tengo algo para proponerte. Necesito que vayas a aquel camino y te pares en medio del camino. ¿si? Te prometo a cambio de ello lo que tu quieras... Pero nada de cosas raras a mí. ¿Entendido? Y si quieres luego me iré para siempre y nunca nos habremos visto. ¿Vale?- Lo apresurado de la propuesta del ladrón que inquieto ante la posible escapatoria de la oportunidad que tenía en ese día para asaltar una de las últimas diligencias que por el camino circulaban hacia uno de los poblados. A la espera de la respuesta de la chica quedó por unos segundos, mientras miraba un árbol y se tambaleaba con las piernas. Entre sus labios había colocado una ramilla que masticaba.

Sentí el rechazo de su habla y presencia recorrerme en toda mi piel, ¡y era extraño! ¡no crei que algo así me sucederia!, mucho menos con un humano, por lo que suspire, decepcionandome momentaneamente, su petición la negué al instante -No.- y tras eso voltee para retirarme, no queria escuchar más a ese grosero humano mapache -Al que le falta educación es a ti-

Corrío tras ella y se paró enfrente para detenerla y suplicar ante su desmedida arrogancia. -¡Uooooh! Ok... ok... perdona... soy un grosero... no estoy acostumbrado a tratar con chicas... pero solo necesito ese pequeño favor. A cambio será lo que tu quieras... Si quieres me comporto mejor.- Suspiró e inclinó la mirada un segundo tras lo cual la levantó para mirarla y ver si había funcionado su súplica.

Sorprendido por la negativa de su rostro y su burlescas expresiones. Se quedó quieto un segundo, pero no podía permitir que ella se saliera tan fácilmente con la suya. No iba a poder cometer su propósito pero sin importar ello, se decidió a seguir a esa persona extraña y misteriosa. Atrajo su curiosidad y atención. Simuló alejarse también para transformarse y luego seguirla disimuladamente por el camino. Extrañado ante el comportamiento de ella estaba decidido a averiguar de quién se trataba y a qué se refería con que no estaba acostumbrada a tratar con humanos. ¿Era una híbrida? Tenía que saberlo si o sí.

*¡¡¡MIERDA!!! me descubrió...* -emmm...- miaba para todos lados tratando de ocultarse en el follaje, pero al verse sorprendido por la mirada ruborizada de esa chica extraña que estaba acariciando un árbol.
Oh pero que chica rara que era. Hasta se podía pensar que iba a besarlo. Oh querido árbol tu si que despiertas envidia, jejeje.
Inmediatamente se volvió a transformar de nuevo en su figura humana y esta vez estaba serio. Ya no sonreía burlon. La mirada se posó en la vergüenza de ella. -Lo siento. Siento haberme entrometido en tu intimidad. Disculpa mi grosería y mi falta de delicadeza. No estoy hecho para ser cuidadoso. Lady, i'm sorry.- La vergüenza que sentía al haberla descubierto y al sentirse descubierto él, el maestro del camuflaje, hicieron que quisiera retirarse y olvidar de una vez a aquella señorita atractiva y misteriosamente enigmática. -Tenga a mas bien tomar este presente.- Le extendió una flor de un violeta rosado en ramillete que recogió al voltearse. Miró al horizonte, una mancha, era la ciudad. En otro punto, el bosque... Cuánta nostalgia sintió de su maestro.

Ya no era simulación y falsedad lo que había, siempre era jugador en ese mundo. Pero ya no quería jugar en esas condiciones. Harto ya, arrojó la flor al lugar de donde las arrancó, inclinó la mirada y se dijo que aquello era la desconfianza. A ella estaba acostumbrado, pero ya nada más debía hacer allí. Los hombros cayeron pesados, las manos se posaron al costado de sus muslos, miró al suelo luego a sus ojos, a su semblante, su enojo. -No soy un acosador. Solo fui curioso. Lo lamento tanto, pero ya no hay nada que lamentar. No quiero a nadie más. Disculpe pero usted me recuerda algo. Aunque creo que me equivoqué. Sí. Quise que fuera mi víctima pero veo que te defendiste bien.- Expresaba pesadamente y lentamente, como si cansado y agotado estuviera, la gravedad de su voz debía al menos dar la idea de que era sincero en ese momento. Sus ojos celestes ya no estaban vivaces sino apagados. Volteó y se encaminó hacia el camino.

Una vida, vida. Vida. La vitalidad se escapó. La planta ya no tenía vitalidad, y antes de arrancarla tampoco. Se transformó en animal, y tomó con sus dientes la flor antes de retirarse correteando hacia un árbol lejano. Había vuelto por ella. Y se fue acongojado por el viejo dolor. Un saludo dibujó en el aire con su cola y se esfumó del bosque, dejando a la muchacha en soledad con sus pensamientos.