Regreso a la ciudad

Al fín había llegado a Odalya... De nuevo. Hace ya unas semanas había llegado a esa misma ciudad para entregar una carta y había consiguido otro trabajo para entregar otro sobre a una pequeña aldea que estaba lejos, a varios días de viaje y muchos kilómetros de distancia; y allí, en esa mísera aldea me encargan llevar un paquete, un gran y pesado paquete de nuevo a Odalya. Suspiré mientras acomodaba el paquete en mi espalda. Está bien que me gustaba viajar y todo eso, pero no me gustaba la monotonía, y tampoco viajar con objetos molestos y pesados. Maldací el momento en el que acepté ese trabajo.
Llegué a una esquina y apoyé con cuidado el paquete en el suelo para luego mover mis hombros de arriba a abajo en movimientos circulares. Pateé una rama molesta y saqué el mapa que había hecho antes de Odalya para maldecir de nuevo. Mi magia sólo dibujaba el territorio, no indicaba los nombres de las calles o nombres de lugares; y entre los que había llegado a anotar no estaba la calle que buscaba. Me contuve de arrugar el mapa y tirarlo lejos; saqué un lápiz de mi bolsa y agarré el paquete como pude. Tendría que empezar a deambular anotando los nombres de las calles hasta encontrar la que buscaba.

La carcajada entra y presenta en la nueva escena a nuestra Alice, como siempre burlona, al parecer esta vez sus victimas fueron los panaderos y su riguroso trabajo, ay esta Alice! Al parecer en una frenetica corrida se choco con ellos, y no solo eso! Cayo encima de los frescos panes del dia de hoy, acaso se estaria escondiendo? Eso dejo de importarle por lo visto cuando le miro los rostros, habia en ellos cierto pesar y sentimiento de desgracia, por lo que nuestra Alice, sonriente y triunfante, quizas por haber perdido la vista de sus fantasmas de paranoia, toma un pan y se marcha, siendo aquella la escena anterior. Entretenida con el pan y la anterior circunstancia camino sin saber por donde...Y frente a ella a unos extensos pasos de esfuerzo una muuchacha reflejaba su propia desgracia, Alice se sintio afortunada, dos en un mismo dia, por lo que miro al cielo a modo de agradecimiento... Se aproxImo suave y armoniosamente con cierta chispa en la mirada e incluso en la voz... -se encuentra bien?-

Fruncí el ceño y miré de reojo a la chica de cabellera castaña que me había hablado. ¿Para qué le preguntaba aquello? Ni que diera la impresión de estar enferma o herida para recibir tal pregunta. Además ¿Porqué le hablaría a un extraño? O mejor dicho ¿Porqué la molestaba a ella?.

- Puede que sí, puede que no ¿Acaso te importa? Hazte un favor y no hables con desconocidos. -Bufé de mala gana y molesta por la intromisión y seguí caminando, volviendo a acomodar el paquete en mis manos mientras continuaba buscando los nombres de las calles.

Otra carcajada aliciana vibró en el ambiente y junto a ella la corrida persecutiva que dio un rapido desenlace oponiendo el paso de la maleducada. -¿Disculpa?- expresó riendo -Soy Alice, un placer- y en vez de presentarse con su reverencia habitual, se apresuró a tomar la mano de su compañera para estrecharla con la suya, pues, era más que obvio que si no lo hacia ella la maleducada volveria a "ignorarla". -Alguien deberia enseñarte de modales, ¡pero que importa ahora eso!, anda, expresa tu desgracia, quizas pueda ayudarte- ..¿ayudarla?.. por lo visto los ojos de Alice ya habian encontrado una victima.

Esa mocosa estaba comenzando a molestarme.
- No es un placer, nunca pregunté tu nombre. Que no los aplique no quiere decir que no sepa modales. Y buscar una calle no es ninguna desgracia ni algo para lo que necesite ayuda. Gracias! - Expresé soltándome bruscamente de su mano y agradecí claramente de manera irónica cambiando de dirección esquivando a la chica.
¿Por qué a mi? Sólo quería terminar mi trabajo en paz sin que ninguna chiquilla molesta y sobreactiva me molestara. Si continuaba tal vez sólo debería hacer algo para asustarla y que se valla corriendo, o golpearla? Cualquier cosa con tal de que ya no me moleste.

Sonrió, comprendiendo que su naturaleza seguia con ella, y parecia que jamás la abandonaria, incluso muerta quedaria el gran eco esparcido en cada hoja, en cada brisa, en cada grano de tierra, en cada bestia parecida a ella...
-Un placer- insistió expresando ahora si una reverencia, -¿que calle buscas?- parpadeo mientras le sonreia animosamente -y pareces necesitar la ayuda, me atrevo a decir- expresó cerrando a sus ojos para sonreir de manera burlona.

Suspiré en un bufido cansado sacando un talismán de fuerza de mis bolsillos y lo pegué en mi hombro agarrando ahora la caja con sólo una mano y sin mucho esfuerzo.
- ¿Bien? - Le pregunté molesta demostrando que NO necesitaba ayuda. - Ahora si me disculpas puedo hacer mis tareas por mi mismo y no necesito ayuda de nadie, o mejor dicho, no la quiero. ¿Entendido? - Dije acercándome hacia ella y coloqué una mano bajo su mentón acercando mi rostro hasta escasos centímetros de ella.
- ¿A menos que quieras ser mi juguete? - Pregunté con una sonrisa ladina ignorando el escalofrío de asco que me daba hacer aquello, pero se supone toda chica se asusta si un tipo se le acerca de esa forma, ¿No? - Mi paciencia tiene un límite mocosa. - Agregué antes de soltarla bruscamente y darme la vuelta secretamente aliviada. Esperaba que eso hubiera sido suficiente.

Alice se le quedo mirando mientras escuchaba su rebeldia infantil, no se mosquió ni por un momento, pero sin embargo contesto -No- y corrió la mano cercana de su compañero resueltamente.
Al escuchar la nueva idea de ser su "juguete" arqueó una ceja -¿Disculpa?- luego frunció el ceño al oir que la llamo mocosa... -¿Cómo me has dicho? ¿mocosa?- la miro frunciendo aún más el ceño... y se encontro con la espalda de su contrincante... ¡encima despues del insulto le daba otro peor! Alice respiro profundo, sabia que por algo estaba allí y no se rendiria, todo lo que queria lo tenia.
-Sere...- expresó midiendo a sus palabras -tu compañera y te ayudare a encontrar la calle- y expresado esto dio unos pasos largos para quedar a la misma altura que su compañera y le arrebato el mapa...

- ¿Qué? Hey! Devuélvemelo! - Exigí molesta conteniéndome de tomarlo bruscamente de sus manos por precaución a romperlo, tenía muchos días caminando esas calles de principio a fin, sería mucho esfuerzo sin sentido si lo rompía ahora.
- Y no soy compañero de nadie. No de un desconocido. Y menos cuando no requiero ayuda. - Aclaré tendiéndole la palma de mi mano pidiéndole el mapa.
- Regresamelo. - Repetí ya cansada de su persistente insistencia.