compras, y algo más

-Te dije que no sentiría el frío teniéndote conmigo cerca... Es algo extraño... -dejó el vaso en la mesa para no obligarlo a beber más por ella-¿No estás mareado, cierto, Hes?

"me alegra mucho escuchar eso" le confesó mientras dejaba aliviado su vaso. "mareado, no creo" sinceramente, estaba un poco inestable, pero no quería decirle por miedo a arriunar todo. "la calidez de tus ojos devuelven mi figura, inmersa, llena de tí. tus labios me saludan, y el trayecto hacia ellos ya no parece eterno. al fin, me sumerjo en tí, para ser, entre los dos, uno. creo que la inspiración está volviendo" le dijo suavemente mientras tomaba sus delicadas manos entre las suyas.

Se ruborizó y apartó la vista, sus manos temblando un instante bajo las suyas para luego responder al gesto tomándolas con cierta timidez, una sensación que jamás hubiese esperado en ella misma.
-Me alegro mucho de que hayas vuelto a inspirarte... Hubiese sido una pena que una mente tan brillante como la tuya hubiese dejado de escribir...-lo halagó buscando ocultar cuánto la afectaban sus palabras, de cierta forma llegaban a ella como otra de sus caricias, una aún más delicada.

se sonrojó " me halagas, mientras esté a tu lado, la inspiración no se irá. gracias por acompañarme." Sentía que podía confiar en ella, en aquel momento sólo quería que el tiempo se detuviera, que ya nada los interrumpa. "veo que estás contenta" le susurró al oído, antes de besarle el cuello suavemente.

No había llegado a ver que se acercaba a ella por lo que la tomó desprevenida haciéndola contener la respiración un instante. Él no podía tener idea de que aquel era su punto débil, no lo sabía pero lo era. Las manos con las que sostenía las suyas se cerraron con más fuerza.
-He... Hes...-acabó por suspirar totalmente ruborizada.

Encontró en el sonido titubeante de su voz la bifurcación de un camino seguro. Su mente se jugaba entre la posibilidad de avanzar aún más, llevándola a donde su experiencia le marcaba que podría, o retirarse, permitiéndole desear más el momento.
Colocó, más cerca de la oreja, otro beso, más largo, del cual se desprendió casi involuntariamente un "¿Partimos al amanecer?". La luna en cuarto menguante asomaba por la ventana. Las luces ya apagadas del palacio alumbraban levemente sus contornos. Aún restaba la noche, antes de la partida.

Apartó la vista pero no soltó sus manos, mordiendo su labio inferior intentando aplacar su vergüenza.
-Por mí está bien-¿estaba jugando con ella?-, no tengo que avisarle a nadie...-intentó mirarlo a los ojos con confianza-Pero te encargo a tí despertarme, yo no podré hacerlo tan temprano...-sonrió despreocupadamente.

La miró extrañado, sintió un pequeño cambio, pero sus suaves manos lo reconfortaron. "Te despertaré". La miró un momento, y acercándola más hacia él, le susurró "tienes sueño?"

Lo miró a los ojos un segundo y se inclinó para dejar un beso delicado en sus labios. Apoyó la frente en su hombro, sintiendo su calor y sonriendo con la sensación de protección que él le producía.
-No exactamente, pero si me dejas descansar a tu lado creo que me dormiré en seguida...-confesó, estar cerca suyo la relajaba demasiado.

sus besos lo hacían sentir bien, y aumentaban la llama que había nacido en él. y recordando aquella noche, la levantó dulcemente y juntos entraron a su habitación. cruzaron la puerta de madera con flores talladas, y en la oscuridad de la noche, la suave silueta de la cama se perfilo contra la pared.

Se aferró a sus hombros para resultarle menos pesada pero sonrió, casi bobamente al recordar aquella noche en la que había hecho lo mismo al pedirle que la llevara.
Apenas sus pies volvieron al suelo, aprovechó la oscuridad de la habitación para inclinarse sobre sus labios sin vergüenza, esperando que fuese él quien acabara con la distancia entre ambos esa vez.

Su peso en sus brazos le hizo sentir fuerte y querido. La sensación de confianza que ella le transmitía llevó a su mente a olvidarse de aquellos males que le perturbaban. La dejó en el suelo para permitirse contemplarla una vez más antes de dejarla en la cama. Vio sus labios acercarse, y notó como ya los caminos no eran tales: ya no había dos posibles direcciones.
La besó lentamente, tomando su mejilla con una mano, y su cintura con la otra. Al notar que se compenetraba en ese beso, en esa conclusión tan esperada de aquella espera tan larga, inclinó su cuerpo, buscando que ella se dejara caer. Las letras de los versos del poema volvían a su mente, sumadas a otras más. La inspiración allí se encontraba, pero ya no solo en su mente.
El cuerpo de Doll caía sobre la cama: su ser ya no quería volcar sus ideas en papel: quería escribir su pasión con sus besos. Y ya había encontrado el lugar para ellos.

La recorrió un leve escalofrío pero le sonrió para darle confianza. Las manos en sus hombros se deslizaron suavemente para llevaras a su nuca y enredar sus dedos en su cabello negro, atrayéndolo hacia ella para profundizar el beso y responder con calma a cada uno de sus gestos.

Luego de ese largo, apasionado y mágico beso, lentamente cayeron ambos en la cama, sus cuerpos abrazados, su respiración coordinada, y sus fuegos encendidos en uno solo. se miraban fija y tiernamente. Otro beso llegó y deseaban que la noche nunca se fuera. Sus movimientos lentos demostraban ese cariño, y ocultaban los pequeños nervios que poco a poco se disipaban.

Lo dejó hacer a su ritmo, lento, suave y delicado. Nunca nadie la había tratado de esa manera tan cariñosa, nunca la habían hecho sentir tan querida.
Era extraño sentirse así en sus brazos, ella nunca había estado con un híbrido y no podía definir si aquel calor era por su naturaleza o porque era él mismo tratándola así. De lo que estaba segura era que allí se sentía más inocente y cuidada que nunca. Volvía a sentir vergüenza, algo que no sabía que podía volver a sentir.
-He... Hes...-suspiró su nombre invitándolo a besarla de nuevo una y otra vez.

El era un híbrido de lobo, sí, y su calor corporal era algo normal. Pero en ese momento, sentía otro tipo de calor, no era él, era ella. La forma en que decía suavemente su nombre, la forma en que lo abrazaba y besaba. Respondió con uno y más besos, "Doll" le decía en voz baja cuando volvía a besarle el cuello. Sus cuerpos juntos en la oscuridad de esa noche que no encontraba fin, y la sensación de compañía que ella le daba lo llenaban de alegría. Sus labios se encontraron una vez más y dejaron de ser dos almas para ser un sólo fuego.

Las horas pasaron indiferentes para ella, el lugar y el tiempo le eran amenos.
Bostezó sobre su pecho sobre el cual estaba recostada, tan cómoda y protegida como nunca había estado. Dibujaba con el dedo algunos círculos azarosos sobre su piel.
-Si no duermo ahora no podrás despertarme al amanecer, Hes...-bromeó un poco acomodándose un poco más, aspirando su aroma dulce.

Su pelo caía suavemente a los costados de su cuerpo, ya no tan agitado como antes. La magia no acababa, y el viaje sería largo. Se cuestionaba a sí mismo una y otra vez si podría mantenerla durante todo el viaje, y tal vez mucho tiempo más, como algún rincón de su mente quería.
La besó dulce y largamente en el pelo, en la mejilla, y por último en los labios. La miró fijamente, tomó su mano con fuerza y dijo: "¿Me acompañarías esta noche a adorar a Morfeo?".
Se durmió, con ella en su pecho, y preguntándose si ella había sentido lo mágico de la conexión que entre ellos se había dado. La luna, ya cerca del horizonte, sonreía.

Se quedó dormida casi al instante, acunada por el sonido de sus latidos al estar recostada en su pecho. Se sentía como una niña pequeña protegida de esa manera y logró soñar con tranquilidad... Algo que no sucedía hacía mucho tiempo.