Noche en el Castillo Abandonado

Kuro-nee y yo llegamos a nuestro destino al mediodía, luego de un corto viaje desde la Capital Odalya en un carruaje robado que dejamos en la entrada del bosque.
Durante todo el recorrido, mi hermana estuvo suplicando que nos quedáramos allí a la noche para poder presenciar con nuestros propios ojos lo que supuestamente ocurre en aquel lugar. Obviamente, no pude negarme. Pero mi principal objetivo era llegar allí y buscar la famosa Kandralya que crece solo en el Bosque Tenebroso. Si pudiéramos conseguirla, haría un nuevo estilo de bombas que paralizarían a la gente. De aquella forma, si estuviéramos en peligro nos sería más fácil escapar.
-¡Shi ~~!- me gritó mi hermana cuando llegamos y la vi subir corriendo las escaleras entre pequeñas risitas.- ¡Ven! Vayamos a recorrer el castillo.-me suplicó con un pequeño puchero.
Sonreí suavemente y asentí acercándome a ella.
“Dejemos a esa planta tranquila por un momento.” pensé mientras miraba aquel lugar. Era un hermoso castillo sin dudas. ¿Seguiría siendo así por la noche? Los rumores decían que no…

Una vez llegamos al castillo no pude evitar bajar de un salto del carruaje y comenzar a subir las escaleras del castillo en pequeños saltos mientras reía.
-¡Shii~~!- La llamé y protesté para que se apresurara.
Llegué a la cima de la escalera y empujé la pesada puerta haciendo mucha fuerza hasta que hubo el espacio suficiente para que desaparezca en su interior.
Una vez dentro quedé impresionada ante la belleza de la estructura, por mas que el castillo era viejo, además de estar lleno de polvos y telarañas estaba extrañamente en un muy buen estado permitiendo admirar su grandeza pasada. Caminé admirando las decoraciones varios pasos sin hacer ruido ya que el más mínimo sonido hacía un eco excesivo hasta que sentí a Shii llegando a la puerta. Me apresuré a esconderme silenciosamente tras ella para asustar a mi hermana apenas entre.

-Kuro-nee- la llamé mientras llegaba al último escalón. "¿Se habrá escondido?" me pregunté al pasar y entrar al castillo por el poco espacio que había. "Hermoso" pensé al entrar y ver las magnificas decoraciones casi iluminadas por la luz que entraba. Todo se encontraba sucio y abandonado, pero era hermoso.
¡Tlic! Me detuve al escuchar un suave ruido metálico cerca mío. Recordé las palabras de Kuro-nee: Dicen que hay mosntruos escondidos... ¡Quiero ir!
Una mano enguantada apareció de la nada y trató de agarrarme del cuello. Salté usando mi agilidad gatuna y atrapé al cuerpo sospechoso.
-¡Shi~~!- escuché como se quejaba mientras la noqueba.
"Bueno... Le pasa por quere asustarme..." pensé mientras la sacaba del castillo y la recostaba cerca de la entrada.
Iba a tardar en despertar; era mejor ir a buscar esa plantita rápido y no tardar mucho.

Me desperté frotándome la nuca donde había recibido el golpe entre risas recordado lo que había ocurrido.
- Jajajajaja, Te asusté Shii~, te asustaste, jajaja.... ja... - Enmudecí al no recibir respuesta y no ver a mi hermana. - Shi? - Llamé extrañada para luego seguir llamándola a gritos. - ¡¡¡Shii!!! Shii, ¿Dónde estás? ... Shiii? ... - Enmudecí con los ojos humedecidos al solo obtener silencio por respuesta y miré al castillo para luego sacudir la cabeza. - No! Seguro no pasó nada. Después de todo es Shelia, debe estar buscando sus plantitas en el bosque. - Asentí convenciéndome a mi misma y utilicé mi transformación media de híbrido para internarme en el bosque usando oído y olfato para buscar a mi hermana mientras le protestaba en silencio por haberme dejado sola.
"Apenas la encontrara me iba a quejar" Planeaba con el ceño fruncido y los cachetes inflados mientras caminaba cuando algo llamó mi atención. "¿Qué no es la planta que Shii buscaba?" Me pregunté arrodillándome junto a ella y sacándola de la tierra. Me levanté observándola, estaba casi segura que era idéntica a la que Shii me había mostrado en el libro.
- ¡¡¡Shii!!! ¡Encontré una! ¡Encontré una! - Comencé a gritar mientras corría sin dirección fija buscandola.

-Ya está. Terminé.-me dije al guardar las hojas de las Kandralya en el bolso. Había sido difícil encontrarla. Habían plantas muy parecidas y que podían ser utilizadas para conseguir el mismo fin, sin embargo no con la misma eficiencia.
Observé el cielo y me desesperé. Estaba por oscurecer.
-La dejé mucho tiempo sola.- murmuré y salí corriendo.
Llegué a la escalera delantera del castillo y Kuro-nee no estaba. "Me habrá ido a buscar..." pensé "Esa tonta." Utilicé mi sincronización media y salí corriendo a buscarla. Tenía que encontrarla antes de que oscureciera.
"Estará protestando mentalmente." se me ocurrió al no escuchar su voz en el bosque. Traté de encontrar algún rastro que me llevara a ella, pero su olor se confundía en aquel lugar. Iba a ser difícil.
-¡Kuro-nee!- la llamé, pero no escuché respuesta.- Tonta... ¿Dónde estas?
Caminé lentamente hasta encontrar un claro. "Espero que me escuche..." deseé esperanzada y saqué la flauta. Kuro-nee reconocería esa canción en cualquier lugar.

Había estado dando vueltas en el bosque por horas sin hallar ni rastros de mi hermana y estaba empezando a oscurecer.
- ¡¡¡Shiiiii!!! - Grité por enésima vez antes de sentarme en el suelo contra un árbol y abrazar mis rodillas hundiendo mi cara entre mis brazos con mis orejas felinas bajas. -Debí haber esperado a que regrese en el castillo. - Murmuré en voz baja. Había dado tantas vueltas que ya tenía en claro el como volver y estaba bastante cansada como para empezar a buscar el camino, además de que ya casi era de noche.
Estuve inmóvil durante varios minutos cuando de repente mis orejas se irguieron ante un sonido y levanté enseguida la cabeza observando la dirección de donde provenía. Era una melodía de flauta. Era la melodía de flauta que Shii siempre tocaba. Me puse de pié en un instante y comencé a correr lo más rápido que podía siguiendo mi oído. Al poco tiempo divisé a Sheila entre los árboles.
- ¡Shii~~! - Grité saltando sobre ella y abrazándola con los ojos llorosos.

-¡Shi~~!-gritó Kuro-nee al verme y se abalanzó sobre mi y me abrazó fuertemente. Debido al impacto nos caimos y reí silenciosamente. "Mi pequeña Kuro-nee." pensé. Tenía los ojos rojos y llorosos. La pobre había estado mucho tiempo buscándome en aquel bosque.
-Ya está... Ya estoy aquí.-la tranquilicé mientras acariciaba su cabeza.
-Me dejaste sola.-me acusó mientras se alejaba un poco de mi y se resfregaba los ojos con las manos manchadas de tierra.-¡Ah, eso! Mira, mira...- me dijo mientras me mostraba una planta parecida a la Kalandrya.- La encontré mientras te buscaba. Es la que querías, ¿no? La que me mostraste en el libro.
-Bueno...- empecé a decir y reí.-Se parece pero no es. Esta de aca es una planta que sirve para paralizar a la gente, pero no es tan efectiva como la Kalandrya. Mira- le dije mientras sacaba las hojas del bolso.-Estas hojas de aca tiene estas pequeña espina que sobresalen de la hoja. En cambio, la que tenes vos no tiene esas espinas. Son pequeñas, lo sé, pero marcan la diferencia entre una planta y otra.
Kuro-nee hizo un pequeño puchero.

Hice un puchero al enterarme que no era la planta correcta y la dejé en el suelo.
- Buuuu. Entonces, ya encontraste tus plantas ¿No? - Dije agarrándola del brazo y arrastrándola unos pasos antes de pararme en silencio. - Jeje ¿Dónde quedaba el castillo? - Le pregunté cerrando los ojos, mordiéndome la lengua y rascándome la nuca con una mano. Sheila suspiró y negó sonriendo con la cabeza antes de indicarme la dirección correcta.
Ya era de noche cuando divisamos el castillo, ahora se veía mas sombrío y siniestro que antes, el reflejo de la luna en las ventanas rotas hacía ver al castillo más amenazante dándome escalofríos.
- Jejeje ¡Vamos Shii! ¿O tienes miedo de asustarte como lo hiciste antes? - La reté al llegar a las escaleras algo nerviosa pero con una sonrisa pícara en el rostro mientras la molestaba picándole una mejilla con un dedo.

-No me asusté.-le contesté mientras alejaba su mano. Ya sabía lo que estaba intentando hacer y no lo iba a lograr.-Solo fui precavida.- susurré mientras subíamos los escalones.-Kuro-nee… no recuerdo que esas ventanas estuvieran rotas cuando llegamos.- le comenté. Las recordaba sucias, pero no rotas.
Ella las miró y movió los hombros; no recordaba.
-Bueno… entremos. Veamos que show nos está preparando este castillo. Necesitas una gran cuota de miedo, me parece.- la molesté. Kuro-nee siempre solía asustarse rápidamente, aunque siempre quería aparentar lo contrario. Obviamente, no le salía tan bien su pequeña actuación.
-¡Ey! Yo no…- y la empujé al interior del castillo.- No necesito una cuota de terror y ¡AHHHHHH!
Entré para ver qué le sucedía a Kuro-nee y me quedé petrificada.

Estaba protestando cuando Shii me empujó dentro del castillo, me di la vuelta para seguir protestando pero en vez de la puerta me encontré con un gran perro gris, enorme que me llevaba una cabeza de altura con expresión amenazante y las fauces abiertas, babeando con grandes colmillos. Grité. Comencé a correr pero rápidamente me topé con una pared, giré y seguí corriendo. El perro me perseguía. Corría y corría siguiendo las paredes pero no había salida; no había puertas; no había ventanas, ni siquiera escaleras. Las paredes cada vez parecían mas cortas, parecía como si estuviera dando vueltas en un laberinto en espiral. El perro me seguía, cada vez se acercaba mas. De repente me encontré en un pasillo. ¿Cuándo había aparecido la otra pared? Choqué. Una pared apareció cortándome el paso, hubiera jurado que segundos antes no estaba. Estaba acorralada, sin poder huir y el gran perro acercándose a paso lento hacia mi. Caí de rodillas al suelo por el miedo y lágrimas brotaron de mis ojos. El perro parecía disfrutar del tormento que me causaba en cada lapso que creaba entre sus pasos.
- ¡¡¡Shii!!! - Llamé aterrorizada a mi hermana entre el llanto cuando el perro se abalanzó contra mi.

Kuro-nee corría de un lugar a otro chocándose contra las paredes y las decoraciones, como si escapase de algo invisible. Me hubiera reído si el terror no me hubiera invadido. Conejos… Había conejos… Conejos muertos… Todo era rojo… Conejos decapitados, mutilados… Sangre en las paredes, en el piso y en las decoraciones. Caí de rodillas mientras Kuro-nee seguía corriendo.
-¡Shi~~!- gritaba tratando de llamar mi atención, pero casi no era capaz de escucharla.
Agarré un suave y mullido cuerpo de un conejito al que le faltaban sus patas traseras y su esponjosa colita.
-Pequeño conejito…- susurré tristemente mientras Kuro-nee seguía gritando.
Moví lentamente mi rostro para observarla y la encontré en un rincón llorando.
-¡Shi~~!-gritó y me levanté. Solté al pobre conejo y me acerqué a ella.
-¿Qué ocurre, Kuro-nee? ¿Estas así por los conejos?

Estaba llorando con los ojos cerrados esperando el ataque del perro gigante pero éste nunca llegó, en cambió escuché la voz de Sheila.
- ¿Qué ocurre, Kuro-nee? ¿Estas así por los conejos? - Abrí los ojos y ya no había ningún rastro del perro ni de las paredes que me habían acorralado, sólo se veía el interior del castillo que había visto ese mismo mediodía aunque mas oscuro y perturbador.
- ¡¡¡Shii!!! - Grité aliviada abrazándome fuertemente a sus piernas. - A...Había un pp.. perro y... y me seguía y.. y babeaba y era.. era grande ¡Muy grande! - Expliqué mientras lloriqueaba sin soltarla.
- ¿Co... Conejos? - Pregunté extrañada limpiándome el rostro con la manga de mi polera algo mas calmada luego de un rato abrazada a ella. Observé de nuevo a mi alrededor y comencé a temblar con los ojos bien abiertos.
- Sh.. Shii... - Tartamudeé mientras le jalaba de la ropa y señalaba tras de ella.

Me di vuelta preocupada por la reacción de Kuro-nee, pero me sorprendí al no ver nada. Los conejos habían desaparecido y el castillo volvía a ser lo que era antes. "¿Y los conejos?" me pregunté y volví a dirigir mi atención a mi hermana. El problema era que ella ya no estaba más allí. En su lugar había un peludo monstruo cubierto de sangre y en sus manos llevaba un conejo muerto.
-Asesino...- susurré mientras sacaba un cuchillo de mi bolso.-Maldita criatura despreciable... Morirás.
Lentamente el monstruo se alejaba de mí y el sínico osó usar la típica forma de Kyriene de llamarme…
-¡Shi ~ ~!-pronunció lentamente tratando de detenerme. No iba a caer.
-Maldita criatura…-le dije mientras lo agarraba del cuello.
Extrañamente no luchaba, se limitaba a derramar lágrimas y temblar.
Apoyé el cuchillo en su cuello.
-Esto es por el pobre conejito…-susurré y la criatura me pateo fuertemente en el estómago.
Caí al suelo sin poder respirar. “Maldito…” pensé y me levanté. Se había alejado… tendría que buscarlo y matarlo. Y entonces caí en la cuenta de que Kuro-nee había desaparecido. Tendría que encontrarlo, matarlo y rápido. Todo era por el pobre conejito y ella. “Lo mataré antes de que encuentre a Kuro-nee” pensé y utilicé mi sincronización media. Era la hora de la cacería.

Tras Sheila había una extraña sombra con forma de perro de la que resaltaban brillantes sus dos ojos rojos y sus dientes amarillos. Shii pareció no verla pero al volver su vista de nuevo hacia mí su expresión ensombreció y sacó un cuchillo para comenzar a atacarme mientras pronunciaba cosas incomprensibles.
- Shii...? - Llamé aterrorizada por su comportamiento y por la cada vez mas cercana presencia de la sombra canina. Mi hermana posó su cuchillo en mi cuello dispuesta a rajarme la garganta en su próximo movimiento. Por instinto la alejé de mi de una patada. Retrocedió atravesando la sombra e inmediatamente fue rodeada por una espesa niebla que se disipó al instante dejando ver la figura de Sheila ahora deformada con aspecto putrefacto y rasgos de caninos. Retrocedí varios pasos y me escondí tras una puerta que daba a otra sala unos segundos hasta que se levantó y caminó en mi dirección sedienta de sangre. Ya no era mi hermana. Era un monstruo. Me alejé corriendo lo mas rápido que pudo atravesando varias salas hasta que en un rincón de una de ellas divisé un viejo arcón y me escondí dentro. Nunca debí haber insistido en venir aquí.
- Shii... - Sollocé intentando desesperadamente hallar una solución en alguna parte.

Caminé por los corredores buscando alguna pista de dónde podría encontrarse aquel monstruo.
-Shi…- escuché vagamente y me acerqué al lugar de procedencia de esa tenue voz. Seguramente era ese asesino de conejos.
Caminé lentamente hacia lo que era un viejo arcón, pero entonces un chillido me detuvo. “El grito de un conejo” pensé y salí corriendo en busca de aquel pobre animal indefenso. Llegué a un largo salón oscuro con el suelo completamente ensangrentado. La luna en lo alto iluminaba aquel escenario de sangre y dolor. “Pobres conejos…”
-¡Shi ~~!-se burlaban las sombras de las paredes tomando formas de monstruos incomprensibles.
Aquel bastardo animal se había atrevido a masacrar a tantos seres inocentes…
-¿Dónde estás?- pregunté y mi voz retumbó en la oscuridad del castillo.
Deseosa de encontrarlo escondí mi bolso en un lugar seguro en aquel salón, memorizando dónde lo había puesto para cuando volviera por mis cosas y utilicé mi sincronización completa.
Con los oídos de un gato, la vista de uno y la agilidad, lo encontraría fácilmente, aunque estaría en desventaja en una lucha. “Ojala pudiera encontrar a Kuro-nee” deseé.

Escuché un grito a lo lejos y salí de inmediato de mi escondite siguiendo su dirección. Era Shii. Mientras la buscaba me topé con manchas de sangre en el piso y las paredes juntándose en un rincón de la habitación dónde hallé la bolsa de Sheila pero ningún rastro de ella. Continué buscando desesperada llena de preocupación y terror.
Llegué hasta una habitación oscura dónde en el centro había una gran sombra, una especie de criatura. Estaba asegura que el grito había llegado desde esta habitación. Dí un paso y un sonido sonó bajo mis pies llamando la atención de la criatura. Observé el piso y noté que estaba repleto de huesos y sangre, amontonándose hacia las paredes y en el centro, donde se hallaba aquella criatura quién se dio vuelta a observarme dando un bramido amenazador y arrojando algo hacia mí. Un brazo arrancado y mordisqueado con retasos de tela. Era... el brazo de Shii... Reconocí luego de que golpeara en la pared y cayera al piso.
- ¿Shii? - Pregunté inmóvil observando el brazo un momento mientras la criatura se abalanzaba con un rugido incomprensible contra mí. La observé y en el momento en el que me alcanzaba la rabia me invadió y la mandé a volar de una patada utilizando mi transformación media y sacando ocho cuchillos de entre mis ropas para luego lanzarlos en su dirección.
- Morirás. Nunca... Nunca te voy a perdonar. Te voy a matar. De la forma mas cruel e indescriptible que nunca podrás imaginar. - Sentencié llena de ira mientras lágrimas corrían por mi rostro.

Llegué a una habitación oscura buscando a Kuro-nee. Su olor se encontraba cerca. "Está por aquí" pensé mientras olisqueaba, pero no podía determinar exactamente donde se encontraba. Algo obstruía mis sentidos. Entonces escuché unos pasos detrás de mí y el rugido de una bestia invadió mis oídos. Me di vuelta pensando cómo luchar y lo vi. Vi al monstruo con el cuerpo de mi hermana en sus manos. Lo arrojó al piso como si no importase nada y rugió. “Bastardo” pensé y la despreciable criatura me arrojó los cuchillos de mi hermana. Las esquivé y corrí mientras la bestia me seguía. Tenía que conseguir un lugar para desincronizarme rápidamente y atacar. Encontré un pequeño pasillo y me metí cambiando a mi sincronización media y salí de allí.
La bestia se encontraba cerca, buscándome en una habitación. Corrí silenciosamente hacia dicho lugar y cerré la puerta. La criatura me observó y se quedó quieta. Yo trabé las puertas y alargué mis uñas.
-Mataste a mi hermana… No saldrás de aquí con vida…- le dije y ataqué.

Observé como la criatura comenzaba a cerrar las puertas encerrándonos. "Perfecto" Pensé. "Ninguna podría escapar por lo que sólo una de nosotras saldría con vida, y no será esa cosa".
Una vez que cerró todo me abalancé directamente sobre esa cosa buscando su cuello para rompérselo pero me esquivó y me dio una patada tirándome al piso para luego atacarme con sus garras. Evité el golpe con algunos rasguños rodando en el piso e inmediatamente le dí un rodillazo en la cabeza apoyándome en mis manos y alejando aquella criatura de mí.
Me puse de pié y saqué otros dos cuchillos de entre mis ropas arrojando uno inmediatamente aprovechando que estaba algo desorientada por el golpe pero solo le rocé la mejilla.
- Mierda. - Murmuré, yo quería que se le clavara en la cabeza...

“Esa criatura sabe pelear…” pensé mientras esquivaba con suerte el cuchillo que me había lanzado. El golpe había sido fuerte. Salté sobre ella y me coloqué rápidamente detrás pateándole la cabeza. Salió disparada hacia adelante, pero logró recuperar rápidamente el equilibrio. Sin embargo, sin darme tiempo para pensar volvió a lanzarme cuchillos. No esperaba ese ataque rápido y casi pude escapar, aunque sufrí múltiples heridas en el brazo izquierdo. “Maldito” pensé al sentir el olor de mi sangre. El monstruo me miró y preparó nuevos cuchillos. Lo miré recelosa. Tenía que atacar rápido y tomarlo desprevenido para poder ganar.
Miré a mí alrededor buscando alguna cosa que pudiera usar a mi favor. Sillas, mesas, un candelabro, un sillón, libros… Podría llegar a utilizarlos. Rápidamente tomé los libros y me escondí detrás del sillón, justo cuando ella lanzó una nueva serie de cuchillos. Estos obviamente fueron bloqueados por el sillón y la criatura al no tener nada que arrojarme se puso a buscar algo. Aproveché y le tiré los libros a la cabeza. Me acerqué rápidamente de un saltó y tomándola del brazo le hice una llave tirándola al piso, pero rápidamente logró escapar pateándome el estómago. “Casi le rompo el brazo…” pensé mientras me alejaba y trataba de mantener a raya el dolor. “La próxima no fallo.”

Ya no tenía mas cuchillos y casi me rompe un brazo. Me alejé sujetándome la cabeza con una mano los lomos de los libros daban buenos golpes. Analicé la habitación y los objetos que allí había para ver que podía ser de utilidad. Di vuelta una mesa y de un golpe en la unión le arranqué una de sus patas. Me abalancé sobre la criatura con la pata de la mesa en mano y batiéndola como si de baseball se tratase le tiré un golpe a las costillas que la hizo retroceder y acabó chocando contra la pared. Desafortunadamente había evitado gran daño usando un grueso libro de escudo.
- Mataste a mi hermana y te atreves a defenderte con los libros que a ella tanto le gustaban... Ya muere de una vez!- Grité arrojándole el palo de imporvisto y golpeándole con el en el abdomen. Me acerqué mientras la criatura se encontraba adolorida por el golpe sosteniéndose la zona impactada y le lancé un fuerte puñetazo en la cara seguido de una patada en dónde acababa de herirla aprovechando que estaba acorralada contra la pared. La criatura se defendió haciendo uso del palo que yo le había arrojado lanzándolo contra mí y sujetándome de la pierna luego de mi patada provechó para arrojarme al piso.

La arrojé al piso y la inmovilicé colocando mi pie en su cuello.
-Ahora sí, despídete de tu brazo…- le dije mientras presionaba fuertemente su cuello. Le contaba respirar. “Maldita cosa” pensé. Me dolía demasiado la zona abdominal.
El monstruo comenzó a patalear, tratando de golpearme para poder salir de mi agarre. Esquivé los golpes y presioné más fuerte su cuello. Se detuvo. Inteligente por su parte.
Podría haberle roto el cuello allí, en ese instante, pero mi hermana se merecía una venganza mejor. Alargué mis uñas y ataqué su brazo izquierdo. Preferí solo rayar su piel y luego torcer la muñeca hasta romperla.
La criatura aulló y comenzó a retorcerse por culpa del dolor.
-Sufre, bestia inmunda…
No tendría que haberme distraído con el placer de la venganza, porque aprovechó ese momento para atacar.

Aproveché su deleite para clavarle uno de mis cuchillos que había recogido del suelo en una de sus piernas y me lo saque de encima dándole una patada en la boca del estómago. Cayó tosiendo de rodillas al piso. Maldita criatura, monstruo, lo que fuera; se come a mi hermana y me deja una mano inútil.
Dolía. La muñeca me dolía mucho, de seguro Shii tendría alguna hierba o algo para que no doliera tanto. Noté como se me empañaba la vista con nuevas lágrimas ante el dolor y el recuerdo. Pestañeé varias veces para alejarlas y agarré otro cuchillo del suelo para alejarme unos pasos ponerme en guardia. Con una muñeca rota no me era conveniente seguir atacando imprudentmente como hasta ahora.
- ¿Porqué? ¿¡Porqué tenías que comerte a Shii!? - Pregunté comenzando a llorar nuevamente y pateé un libro que estaba tirado cerca de mis pies en su dirección.

Un libro se acercaba a mí. Lo esquivé, pero la pierna me falló y caí sobre unas sillas.
-Maldita criatura…-le grité mientras la escuchaba rugir. Me había lastimado fuertemente la pierna con el cuchillo y, seguramente, algunas costillas se habían dañado con tantos golpes. Si sobrevivía a esto, podría llegar a curarme con mis hierbas, pero… Kuro-nee ya no estaría a mi lado. No la tendría mimándome y preocupándose por mi bienestar. No la escucharía quejarse, no la escucharía reír, ni llorar. Nada.
Me levanté con mi odio restablecido y analicé rápidamente la situación. No podía confiarme. Tenía una pierna lastimada y algunas costillas rotas, por lo cual mi movilidad se había reducido. Podría exigirme, pero para eso tendría que estar segura que mis movimientos no fallarían. Tendría que tener extremo cuidado al atacar ahora. “No tuve que alejarme de mis cosas.” pensé y me di cuenta que tal vez podría llegar a usar las cosas de Kuro-nee. Sólo tendría que alcanzar a sacarle algunas bombas aunque sea.
La criatura no se movía, solo me miraba fijamente. La observé detenidamente y encontré la bolsa de Kuro-nee en su cintura. “¿Cómo puedo sacársela?” Podría cortarla con mis uñas, pero primero tenía que acercarme. “¿Cómo?” me pregunté y se me ocurrió una idea.
Le arrojé una de las sillas que se encontraban cerca de mí. Ella iba a esquivarla saltando a la derecha, porque a la izquierda se encontraba el sillón, y yo me la encontraría allí. La esquivó y la sorprendí encontrándomela adelante. Corté las tiras del bolso y se la saqué. Trató de recomponerse de la sorpresa y detenerme, pero rápidamente la pateé para alejarla de mí. No me iba a seguir lastimando más las costillas.

Lanzó una de mis bombas de humo y desapareció de mi vista. Maldita cosa, se había atrevido a robarme mis cosas y encima las usaba en mi contra. Estaba concentrada intentando ubicar a mi enemigo cuando algo extraño ocurrió con el humo. Comenzó a tomar forma rodeándome; era un rostro y lo conocía, era el rostro de Shii, multiplicado y rodeándome en todos los ángulos. Habló, o mejor dicho 'hablaron'.
- Kuro-nee... Kyrienne... Es tu culpa... Causaste mi muerte... No teníamos que venir... Te lo dije... Te lo advertí... Kuro-nee... Morirás... Me lo debes... Es mi venganza... Juntas... Siempre estaremos juntas... - Decían los rostros hablando a la vez haciendo eco en mis oídos mientras se deformaban tomando rasgos demoníacos y se abalanzaban sobre mí con gritos desgarradores para deshacerse en el airé antes de alcanzarme.
De repente los rostros desaparecieron y una sombra apareció entre el humo acercándose con velocidad. Confundida por el evento anterior me puse en guardia recordando que me encontraba en medio de la batalla con aquella criatura que se había comido a mi hermana. Si Sheila quería mi muerte la tendría pero antes mataría a esa cosa. Pero lo que salió de entre el humo no era el monstruo sino que fue ... - Shii... - Reconocí sorprendida antes de que la oscuridad y la nada se adueñaran de mis sentidos.

Aprovechando el humo de la bomba, ataqué al monstruo. Me acerqué rápidamente y lo noqueé, pero al hacerlo escuché un suave Shi. Vi a la criatura caer y en el suelo la vi transformarse en Kuro-nee, al mismo tiempo que el sol comenzaba a iluminar la habitación.
-¿Qué?-me pregunté y me senté en el suelo lentamente. Me era difícil hacerlo con la pierna y las costillas heridas.- ¿Qué sucedió?- me pregunté mientras miraba mi alrededor. Y caí en la cuenta de que estuve toda lo noche peleando contra Kuro-nee… y empecé a reír.
Escuché un suave murmullo procedente de mi hermana y la vi abrir los ojos.
-¡Kuro-nee!-grité y me arrojé a sus brazos mientras seguía riendo. Ella se quedó muda por la sorpresa; yo nunca me comportaba de aquella forma, pero los sucesos de aquella noche me habían hecho entrar en un ataque de shock. Saber que ella estaba bien, que esas heridas que tenía las había hecho yo, que podría haberla matado… Reí. Reí como nunca lo había hecho, aunque en mi interior me encontraba llorando.
Kuro-nee se quedó quieta sosteniéndome hasta que dejé de reirme. La miré fijamente a los ojos. Estaba asustada, preocupada… sentía culpabilidad e incertidumbre.
-Creo que alucinamos-le dije retomando mi estado habitual.-Ven, busquemos mis cosas. Tengo que curar nuestras heridas.