Llegada al continente.

Mi sombra salió del agua y mi cuerpo se vio iluminado por el sol. Al fin había llegado a la orilla después de unas cuantas horas de viaje y mi cuerpo se sentía agotado... mi brazo derecho sangraba ha duras penas y mi mano izquierda se encontraba acariciando la mordida para así mismo quitar el colmillo del pequeño tiburón que me había atacado.
-Condenado pez. -Exclamé mientras que mi cuerpo azulado regresaba a su color cremoso y mis tendencias híbridas desaparecían.

El pequeño tiburón que me había echo frente, no era mas que una pequeña cría, una que debería de estar cazando peces pequeños en vez de a un híbrido como yo.
Me senté en la arena mientras que el agua tocaba mis pies y mi brazo derecho comenzó a dejar de sangrar ya que la herida no era profunda, de echo... apenas se veían las marcas en la piel, por lo que pensé que de seguro ni siquiera me dejaría una marca profunda o incluso una cicatriz.
Mis ojos azules notaron como la arena desaparecía lentamente bajo mis pies por mi propio peso y después de relajarme y tomar un poco el sol, me levanté para buscar un poco de refugio ya que la tarde se hacía presente y la noche pronto nos cubriría en un manto acogedor.
-Bien, hora de continuar con mi viaje. -Me sonreí a mi mismo mientras que mi forma humana se mostraba presente y mi ropa aunque un poco rasgada no se encontraba destruida, me hacía de única compañía en aquella playa que parecía solitaria.

Seguí andando mientras giraba mi rostro para ver al horizonte. Al parecer alguien me había estado observando, sin embargo eso yo no lo sabía ya que creía que aquellos ruidos en formas de ligeros pasos eran los cantos del viento al cruzar por el pastizal que dividía la arena de la verde selva que se encontraba frente a mi hasta que regresé la mirada para continuar.
Al dar el segundo paso frente a mi, volví a escuchar aquel ligero ruido, el cual me hizo sonreír mientras que seguía pensando que ese era el sonido del viento hasta que un olor impregnó todo mi rostro, un olor que significaba solo una cosa, la cual era una persona en la cercanía.

Giré mi rostro con seriedad y disfrute mientras notaba que notaba como aquella pequeña se acercaba. -"es una chica" -Pensé inmediatamente mientras que seguía deleitado por el roce del viento en su cabello ondulado. Parecía que quería acercarse o eso podía notar ya que sus pasos seguían firmes hasta mi, por lo que solo giré el resto de mi cuerpo y caí de frente a ella en la arena. Al parecer el cansancio del viaje en el mar había sido mucho mas agotador de lo que pensaba, por lo que solo lo último que logré observar fue: un sol escondiéndose, un árbol moverse, un pastizal bastante verde y una chica que había atraído de momento mi mente.

Luego de aquella escena, desperté en un lugar que no me imaginaba. Mi herida, la cual aunque no era nada profunda, ahora se encontraba completamente vendada... Mis ropas o al menos las superiores se encontraban colgadas y la oscuridad de la noche me acompañaba, por lo que solo pensé en ti y en nadie mas ya que solo tú habías podido haber echo esto en el momento en que desfallecí.

Sentí como la luz se apagaba y fue hasta ese momento en el que al fin pude sentir tu presencia. Tu figura delgada y frágil me hacía sentir un ligero contoneo en mi pecho aunque no fue hasta que sentí tus manos húmedas y pequeñas tocar mi rostro que reaccioné para verte mejor en tu enmudecimiento.
-¿Quién eres? -Fue mi primera pregunta hacia tu ser mientras que mis manos se levantaban y tomaban el pañuelo que sostenías con el simple pretexto de poder tocar tu blanca mano.
-¿Qué hago aquí? -Volví ha hacerte frente con mi segunda pregunta mientras que mis ojos azules te observaban y mis cabellos se movían ligeramente aunque no fue por mucho tiempo, ya que el cansancio y mis mejillas rojizas habían echo que volviese ha recostarme sobre aquella cama.
Mi mente jugaba con migo y mi frente sudada impregnada de un fuerte calor me hacía temblar un poco. al parecer haber nadado todo el camino de la isla al continente me había causado una ligera fiebre que comenzaba a maldecir hasta que en un momento dado sentí que gracias ha aquel descuido, estaba disfrutando de tus caricias y de tu cuidado en aquel lugar que parecía ser tu hogar.

Al estar sobre aquel lugar, aquella cama, aquel pulcro lugar que mantenía arraigados mis músculos bajo sus delicadas telas, te noté bastante distraída. Tus ojos que parecían desvanecerse de los míos al haber pronunciado tu nombre y luego tu pregunta me hicieron temblar por dentro con ansias ya que por alguna razón sentía que no solo la fiebre me hacía arder por dentro de mi ser.
-Mi nombre es Jace y es un placer tenerte como mi centinela en esta noche que parece apenas estar en pleno desborde. -Te mencioné para después escuchar tus disculpas por haberme traído hasta este hermoso paraíso, pero... ¿en realidad debías de ser tú quien pidiese disculpas?... no, eso no podía ser ya que si no hubiese sido por ti, por tu preocupación, mi cuerpo seguiría encadenado ha la tumba arenosa en donde me encontraba hasta el momento en que solo fuese un cascarón mas y solo me alma con eso vagara libre por la eternidad.

¡O! pero que cruel destino fue aquel que me hizo casi morir de nuevo en tus aposentos mientras mi mente ardía. Mis ojos se iluminaban y mi cuerpo parecía una ligera corriente de energía puesto que temblaba con los mas terribles calores que te pudieses imaginar.
-Gracias por cuidarme, estoy en deuda contigo Sajda. -Logré expresar con una ligera fuerza que después desapareció con todo movimiento de mis ojos ya que estos quedaron completamente cerrados mientras que mis labios resecos pedían un poco de agua aunque mi razón y mi ser en aquellos momentos se encontraban dormidos ya que mi mente no podía mantenerme despierto por mucho tiempo en esos momentos.