Un viaje esperado

Había abierto su corazón a ella. Todas las cosas hermosas que quería decirle, todo lo que sentía por ella, quería reflejarlo. Hes también la abrazó, sintiendo nuevamente su cuerpo sobre el suyo, y volviendo a encender con más fuerza la llama del amor que los unía. "No Doll, eso fue la inspiración que me generas, aquellas palabras, eres tu." Sin dar lugar a una respuesta, tomo su cuello no sin antes acariciarla y la besó con pasión.

Se entregó al beso apagando a su mente por un rato, ojalá pudiese olvidarse de todo, ojalá pudiese vivir así de despreocupada por siempre.
No quería separarse de sus labios, no quería dejarlo ir, no quería alejarse de ese calor natural que la protregía y cuidaba como una niña.
Se aferró a él como si dependiese de ese abrazo para seguir respirando.

Su delicado cuerpo se aferraba a él, cual niña, como la había soñado. Su emoción, su felicidad, allí, ya no podría encontrar límites. Aquella última respuesta, falta de palabras, pero llena de sentimientos, era el sí que tanto había anhelado. Un sí que marcaría su vida, que devolvería a su cuerpo cálido una verdadera fuente de amor.
Al ver que Doll podría tener frío, sin separarse de ella tomo su tapado que había quedado en la arena y lo puso sobre ella. Le sonrió y la besó nuevamente.

Respondió al beso enredando los dedos en el cabello de su nuca y luego se separó unos instantes para verlo a los ojos sonriéndole con cierta timidez, en sus ojos negros como la noche se veía a sí misma observándolo.
Dejó un beso en su mejilla temblando ligeramente y volvió a abrazarlo ocultándose un poco allí donde se sentía segura.
-Volvamos, Hes...-susurró a su oído-puedo prender una fogata y... podemos quedarnos viendo las estrellas...

Spoiler:

Habían caminado mucho, sin darse cuenta, sin sentirlo. Pero la casa había quedado bastante atrás. Para continuar con el juego, y quizás manifestar su alegría, Hes tiro su ropa al aire y antes que se apoyaran nuevamente en la arena, su cuerpo ya había tomado la forma de un lobo. "Ven" y con Doll sobre su lomo, presencia que por cierto había aprendido a adorar, cruzó la playa y se encontraron frente a la casa. "Puedes prender el fuego? En un segundo regreso". En realidad, Hes quería cambiarse, y buscar algo dentro, algo que había guardado para aquel momento.
Al volver, Hes humano se encontró con Doll feliz frente a la fogata, jugando con el fuego. Al principio le causo mucho miedo, debido a los traumas que había desarrollado con aquel elemento, pero al ver a Doll, el sentimiento tornó hacia el amor. Se acerco sigilosamente, sin que ella lo notara, sentada de espaldas a él. Paso sus manos por su cuello, dejando una caricia detrás y al terminar de jugar con su pelo, había adornado su blanco cuello con un collar y un gran diamante.
Aquella hermosa alhaja tenía una historia especial. Hes la había comprado para el último (aunque en ese entonces no lo sabía) cumpleaños de su hermana, era el regalo ideal para ella. Al verlo, quien portaba su misma sangre se lo agradeció, mas con una condición: ella no lo aceptaría, pero Hes debía regalarlo a quien él considerara su verdadero amor. Nunca lo había sacado de su palacio, nunca había pensado regalarlo, por ser un recuerdo de su hermana; recuerdo que conllevaba una responsabilidad. Y allí se encontraba, detrás de la joven de la que se había enamorado, ofreciéndole quizás su vida entera.

Sonrió ampliamente en respuesta a su pregunta ¿Quién si no ella iba a prender la fogata?

No necesitaba más que sus propias manos para hacerlo pero juntó algunas ramas que había entre la arena ya que se encontraban cercanos al bosque. Eran pocas y pequeñas, pero servirían para evitar que la arena apagara la llama. Al chasquear los dedos una chispa se convirtió en una llamarada alta que poseía casi vida propia. Sonrió ante el calor del fuego, hipnotizada por su danza cautivadora y empezó a regularla, sólo para no terminar quemando la casa, hasta convertirla en una fogata pequeña.

Le gustaba jugar con el fuego, le gustaba formar figuras dentro de él. Estaba tan abstraída en su propio mundo que no notó la presencia del híbrido, de pasos ligeros. La recorrió un escalofrío al sentir su mano acariciando su cuello pero se quedó en el lugar ladeando un poco el rostro dándole la bienvenida a sus caricias y abrió los ojos algo sorprendida al notar el metal frío resbalar por su piel. Llevó una mano hasta el colgante delineando la forma con la punta de los dedos, eso debía ser una gema... Bajó la vista levantando el collar de oro con el gran diamante que reflejaba el rojo de la llama y contuvo la respiración un instante.

-Hes...-fue lo primero que salió de sus labios, sorprendida y halagada, y luego se giró casi abruptamente-No...-lo miró a los ojos, intuía que aquella pieza debía tener algún valor que iba más allá del costo-No deberías... ¿Por qué?

"Doll, este collar es muy importante para mi, de alguna forma, era de mi hermana. Me hizo prometerle que se lo daría a quien yo considerara mi verdadero amor. Por eso es que ahora te pertenece, al igual quere mi corazón." Hes ya había depositado su vida en ella, la amaba, y quería demostrarlo. Caminó hacia la fogata y quedo frente a Doll, quien lo miraba de una forma que Hes no podía interpretar.
La noche eterna reinaba en el ambiente, las horas se perdían tras la sucesión de estrellas, la brisa del mar jugaba con las dos figuras en la arena y el fuego que había encendido no debería apagarse jamás.

Sus palabras la conmovieron en lo más hondo. Realmente aquello era muy preciado para él, significaba demasiado...
Sin palabras para responderle se lanzó a sus brazos, pasando por el medio de las llamas que sólo la acariciaron por tratarse de ella, lo hizo caer de espaldas en la arena. Se refugió en el calor de su pecho abrazándolo con fuerza.
-Déjame quedarme en tus brazos lo que me quede de vida, Hes...-susurró muy por lo bajo sobre su pecho cerrando los ojos.

Atravesó el fuego como si se tratara de aire, una figura perfecta, hermosa, se dirigía hacia Hes. No pudo aguantarla, ya que el impacto le llego de golpe, y ambos en la arena cayeron. Lo abrazo con fuerza, y susurro lo que jamás creyó escucharía. "Lo haré Doll, lo prometo." Ya no le quedaban palabras, ya no podía expresar sus sentimientos. si pudiera otorgar a ese momento una palabra, sería 'vida'.
El abrazo duro mucho para una eternidad, y poco para una vida. Sus cuerpos se separaron un poco pero sus labios seguían conectando sus almas. Antes de volver a besarla, se acercó a su cuello, lo beso y "Doll, te amo" hasta que sus labios volvieron a juntarse.

Entre el calor de sus besos, la fogata y los brazos que la rodeaban se quedó dormida pasadas unas horas bajo la sensación de encontrarse, al fin, en lugar seguro, con alguien que no la abandonaría cada vez sin decir a dónde, con alguien que le demostraba su afecto sin miedo, con alguien con el que estaba segura de qué sentía por ella...
Su sueño sencillo y cálido se fue transformando rápidamente en una pesadilla, una pesadilla donde se quedaba sola, donde todos la señalaban por mentirosa, por falsa, por engañar y por quebrar los sueños de todos.

Al tiempo Doll quedo dormida en los brazos de Hes. La levanto y la llevo a la casa. Dejo la fogata encendida, no quería perder siquiera ese fuego. Aquella niña que ahora posaba lentamente en la cama parecía feliz, sin temores, al fin a salvo. Había logrado lo que queria, y estaba contento por eso. Quitándole cuidadosamente el tapado y los zapatos, sin queres molestarla la metió en la cama y la tapo con las frazadas, no quería que tomara frío. Besó una vez más aquella anhelada frente y paso al baño a ducharse. Al terminar entro junto a ella a la cama y rápidamente cayo dormido.
Los sueños suelen ser reflejos de otra realidad, a veces deseados, a veces los temores que cada uno se oculta. Pero Hes soñaba con una vida que ahora cambiaba, una vida acompañado. ¿Podría acaso soportarlo? Estaba más que dispuesto.
Soñó entonces toda la noche, feliz. A la mañana siguiente Doll no estaba a su lado. Lo sorprendió y asusto un poco, más creyó reconocer una figura frente al mar, desde su habitación.

Se despertó agitada cerca de la madrugada, aún con la imagen de su sueño patente. Ella sola, ella hiriendo a las personas que más quería, ella quemándolo todo...
A su lado estaba Hesphyn, dormido profundamente con una sonrisa tranquila, su mano a su lado como si, segundos antes, la hubiese estado acariciando en sueños. Por alguna razón una lágrima corría por u mejilla, aún asustada por su pesadilla.
Ella no era la niña inocente que él creía que era, ella no era tan pura ni tan buena. Lo estaba engañando, se estaba engañando a sí misma, dejándose llevar por el sentimiento de calidez que no merecía. Sabía a la perfección que lo terminaría lastimando, la terminaría odiando... Prefería mil veces guardar en su memoria los recuerdos que tenía con él, la sensación de que alguien la amaba... No soportaría la idea de que la única persona que la había tratado como lo más importante la odiara.
Ella no era así.
En silencio se quitó el collar de diamantes que le había regalado la noche anterior y lo dejó en la mesa de noche, al menos le dejaría la oportunidad de dárselo a otra persona... A alguien que mereciese aquel calor y cariño.
No pudo evitar acariciar su cabello antes de darse la vuelta y salir por la puerta.
Ella no podía entregarse a la sensación de seguridad, no podía asentarse en un lugar cómodo. Ella tenía que seguir luchando por sobrevivir... sola como había estado siempre.
Se alejó de la casa a paso rápido a la vez que despuntaban los primeros rayos de sol.

No era. Pensó rápidamente que estaría en en baño, o afuera, pero tras revisar, se dio cuenta que no estaba. En su desesperación, no pudo notar lo que parecía casi obvio: el collar estaba sobre la mesa. Al verlo, comprendió rápidamente lo que había sucedido, una lágrima se escapaba de uno de sus ojos, y acercándose al sillón se dijo "sólo tengo que despertarme de esta pesadilla".
Más el latido de su corazón y el saber consciente de la realidad lo terminaron de asustar. Doll se había ido. ¿Qué había hecho mal? ¿Cómo la había lastimado? Se culpo a sí mismo de todo, hasta que la carga de sentimientos por perder nuevamente a un ser querido lo abrumó. Cientas de ideas pararon por su cabeza. Recordó a su hermana. Rápidamente se sacó la ropa, torno a su forma animal, y cruzando las grandes puertas de su casa, huyo de sí mismo hacia el bosque. Una vez adentro, rodeado de los árboles que lo vieron nacer por segunda vez, humano lloró. Luego de intercambiar llanto y meditar, escribió en una hoja que había traído: "Quizás los sentimientos que experimentamos cuando estamos enamorados representan un estado normal. Estar enamorado muestra a una persona quien debería ser".