Una melodia [Libre]

Caminando entre los árboles siendo bendecido por los albores del renacer del sol, encontró un ruinoso edificio en pleno claro de bosque. La aparición del castillo hizo que recordara a la abadía, una sonrisa se esbozó en el rostro, la emoción de hallar algo erizó los vellos de su piel. Se encontraba dubitativo acerca de si entrar o seguir el camino. Pero el crujir de las maderas y el rechinar de las bisagras oxidadas lo sorprendió. Incorporó su mirada sagrada en las altas puertas que tiempo atrás fueron los magníficos portales que dieron paso a las leyendas. Por la abertura pudo observar que se asomaba una persona, sintió que lo miraba a él. Ello puso inseguro al personaje, no sabía si era un peligro o un alma que necesitaba ayuda. Debido a su bondad y calma decidió acercarse lentamente y averiguar si se trataba de alguien que vivía allí o se había perdido entre la arboleda espesa y pernoctó allí.
El negro color de sus ropajes hizo que destacara de entre los intensos verdes y destacara ante la vista de la persona que apenas podía reconocer porque el sol chocaba contra el rostro del santo viajante. Levantó la mano y la agitó, saludando así a la otra persona mientras se acercaba caminando hacia el habitante de extraña ruina.

Alice enmudeció al momento en que la reacción ajena fue un saludo, parecia tan cercano....que eso le hacia fruncir levemente el ceño e inclinar la cabeza para su izquierda.
Se acercó muy lentamente, al dicho personaje y acción, se encontró con un joven de cabello oscuro y un tanto largo, sus ropas la extrañaron y aún más lo que llevaba entre sus manos, pero sin embargo tan solo dejo brotar una sonrisa burlona -¿Siempre eres así de cercano?- comenzó irrespetuosamente a examinarlo, rodeandolo y soslayando su mirada arriba y abajo del ser, del vestuario y la piel.
-Alice- y una reverencia nació con su voz en aquel momento..

Ante las miradas de sospecha que intentaban descubrir en el cuerpo del mago algunas respuesta y objetos fuera de lo común, nuestro personaje sonrió una vez más. La miró fijamente a su rostro para descubrir que quizás no era del todo amigable, y en sí algo evasiva al contacto con otras personas. Cuando se presentó con una reverencia despertó en Alba una leve emoción de alegría al haber conocido a una persona que era sumamente extraña y distinta a las que acostumbraba conocer en la Abadía. La manifestación de la felicidad y la emoción al sentirse rodeado de alguien nuevo se dieron en una presentación efusiva plena de sonrisas y risas. -¡Hola! Siento no haberme presentado, soy Matutinus, pero si quieres puedes llamarme Alba, como prefieras.- Decía mientras su sonrisa atravesaba su rostro de mejilla a mejilla. -¿Tú vives aquí en este castillo?- Preguntó casi tontamente, cegado por la emoción, hasta descubrir en la vestimenta de ella una mancha de sangre ya seca. -¿Que ha sucedido?- Le expresó con el semblante preocupado y serio.

Por segunda vez esta existencia despertó extrañeza y sorpresa en Alice, ¡dos veces! ¡eso ya era un logro!, por lo que mantuvo su sonrisa entretenida mientras lo miraba, y para cuando ella iba a contestar lo de siempre fue interrumpida, volvió a enmudecer por un momento, pestañeando a su vez.
-Am...- volvió a ser interrumpida, ahora con una nueva pregunta, aún más profunda y personal, sin embargo retornó a su sonrisa y calma, tomando los segundos para pensar en que responder.
Pero ninguna respuesta podia evadirla, ni siquiera la verdadera, la cual ahora desconocia. -No lo se- se enfrentó a confesar, bajando un segundo la mirada, para retomar fuerzas y volver a mirarlo fijamente. -¿Y tu?... ¿conoces este lugar?- la segunda pregunta fue acentuada por otra aura en su voz, un poco más profunda.

Observaba la sonrisa de la joven chica que estaba allí parada enfrente de él, sonreía con el aura de la curiosidad. Ante las preguntas que de la boca del enérgico salían se notaba ciertos temblores en ella así como volvía la calma a su cuerpo. Respondió a la curiosa
-No, me gustaría conocerlo, me da curiosidad descubrir en él un dejo de antigüedad y de historia, es apasionante encontrar en las ruinas las marcas de los antiguos caminantes. ¿No crees que sería maravilloso descubrirlo, el mundo antiguo? ¿Quieres adentrarte en él conmigo y reconocer algunas huellas?- Con la emoción brotando de su piel y ojos no se percató de que ella quizás ya había explorado ese castillo. Luego al calmarse luego de un segundo de silencio reconoció que había actuado de manera precipitada. -Lo siento, no pensé que quizás ya lo habrías explorado, pero en caso de no ser así, ¿lo harías?- Preguntó.

-Provengo de un eterno confín. No puede nadie conocerlo, nadie cuya energía no sea divina. Pero tú serás una excepción. Vengo del Pico Llano. Muchas leyendas se han construido sobre el lugar, pero yo vengo de allí. Para nunca volver. El agua que bebes viene del manantial lunar. En ella hay esencia divina.- Su seriedad y gravedad en el tono de voz aclaraban que era cierto. La sonrisa intervino luego para dar lugar a preguntas sobre el origen de ella. -¿Y tú? ¿Que haces aquí? ¿cómo has llegado hasta aquí?- El cruce de las miradas turbó un poco su tranquilidad, era completamente nuevo que una chica lo mirara tan directamente. Pero la calma lo invadió y la tranquilidad asomó en su rostro con el mirar amable y afable.

Atento a los pasos que daba aquella figura femenina completamente nueva, miraba en su derredor y anotaba los pequeños detalles de la ornamentación del palacio en un cuaderno primitivo hecho de manera rústica. Las runas se desplazaban y nacían de su lápiz. Cuando miró a la ventana descubrió algo inquietante, la rosa estaba maldita. Pudo reconocerla al instante. Pero no tuvo tiempo para contemplarla e investigarla. Alice necesitaba ayuda del único que la acompañaba. Soltó el anotador y el lápiz cayó rodando hacia unas escaleras oscuras. Los pasos apresurados se dirigieron a la sufriente víctima, un frasco de dulce aroma se destapó. Luego la sensación de la frescura rozaba los alrededores de sus párpados y la yema de sus dedos. -Descansa tu vista y apoya tus dedos en tu rostro. Pronto volverás a recuperarlos.- Las brisas que se debatían cerca de ella permitían descifrar que el sacerdote se movía rítmicamente en el centro de la entrada. Extrañas palabras atronaban en forma de canto como si de un mantra se tratara. El trance finalizó cuando pudo percibir ella nuevamente.

Luego del ritual sagrado pudo observar que ella se encaminaba hacia lo desconocido y lo oscuro, fue tras ella para no perderla de vista. se sumió en la oscuridad, junto a la recientemente conocida Alice. En la noche etérea se sintió nuevamente atrapado Alba. Guiándose por los sentidos fue tras los pasos apresurados de la joven. Sus pisadas corrían y tropezaban, los tumbos se oían y el eco resonaba en aquel ambiente ignoto y profundo. Los gritos y gemidos de dolor punzante se oían y rodeaban al amable ser. El destello de los rayos atravesó y llenó la sala en la que se hallaban ambos. Había algo allí. Algo desconocido y sumamente inquietante. Extraño, tanto que hizo que un profundo clamor emergiera de ella y aturdiera los sentidos del sacerdote. Contemplativo se quedó allí frente a ella y a eso.

Retrocedió, todas las veces que pudo, negó con su cabeza y retrocedió, no queria comprobar la existencia de cabellera rubia, nunca más. Por lo que cerró a sus ojos, atrapando de ese modo a sus lagrimas, mientras se agachaba y abrazaba ambas piernas, permaneció largos instantes pensativa, silenciosa y bloqueada. Era demasiado pronto...para retornar...a aquella monstruocidad, por lo que tragó saliva, dispuesta a enfrentar su propia oscuridad, pero entonces, el ventanal ya no enseñaba una profundidad habitada, la existencia se habia desaparecido, pero quedó su tacita de té en la mesita de madera, aún llena..
Mira hacia su izquierda y se encuentra a su acompañante, se lo veia inquietado, por lo que se avergonzó por toda aquella escena, desviando rapidamente la mirada para soslayarla en el suelo...sintiendo que el calor en sus mejillas aumentaba...

La sensación había durado unos instantes, el momento fue extraño para Alba. El sollozo ligero de Alice al observar allí se dejó notar. El pesar y el pánico se habían apoderado de ella por unos momentos. La quietud del cuerpo bendito, la seriedad del rostro, la mirada clavada misteriosamente en la tacita. Todo ello se desarmó cuando la mirada se tornó calma y amable nuevamente para luego dirigirla a la acompañante enigmática. Pequeñas gotas de sangre brotaban de sus piernas y rodillas. La dinámica de la sala y las emociones era lenta. La suavidad del monje y su silencioso caminar reflejaban lo oculto. La tristeza en ella se encontraba. La visión fugaz y borrosa se dejó entrever a los únicos. Una mano se posó nuevamente en la piel de ella, para atender sus heridas. Las palmas del mago brillaban y emitían una melodía al son de la brisa que hacía danzar al polvo en remolinos. Los cortes cicatrizaban lentamente y la música ya era un canto que emergía del pecho. -Es la magia de la pureza, no temas, ella te curará.-

Los fantasmas de la eternidad vagaban en las ruinas, se dejaban ver. ¿Quienes eran? ¿Quién era ella?

Exclamó al presenciar el momento un leve gemido de sorpresa. La bendición de las manos sacras y pulcras habían curado sus cortes en sus rodillas. En la mirada pudo presenciar el agradecimiento de Alice. Ella manifestaba sensaciones que eran nuevas para el desacostumbrado sacerdote. La transmisión de las emociones sorprendía y alegraba al mago, las novedades era motivo de regocijo en su alma. La sabiduría le había enseñado que nunca se termina de aprender. Siempre hay una oportunidad para conocer más y más al universo y sus engranajes minúsculos. Comprendía que su amor era una parte esencial de él. Pero no por ser tan pequeño sería insignificante.
La muchacha se había incorporado y abierto un ventanal. Se acercó a una mesa donde anteriormente había visto una tacita de té de porcelana blanca. Intentó ocultarla de la mirada de Alba interponiéndose entre sus ojos y la taza. Observó en su silueta que los brazos se movían en torno a la ¿preciada? continencia. Los reflejos del líquido arrojado mostraron al sol en la cúspide del cielo y delataron a la jovencita. Los movimientos de su figura mostraron que ocultó un objeto entre sus ropas. -Este lugar es misterioso, y peligroso. Recuerdo que hay leyendas sobre esto... Pero debo decirte que aquí podemos descubrir una historia espeluznante. ¿Quieres descubrirla? Siento que tú tienes el potencial para descubrir un gran pasado. Incluso más que yo. Puedes ver a los espíritus que aquí han quedado vagando.- Una sonrisa se esbozó en el rostro al no poder ocultar la emoción creciente de felicidad al descubrir algo completamente anormal y novedoso por primera vez en su vida. Luego de un instante respondió. -¡Si! Este lugar es hermoso.- Sin poder contener la alegría, exclamó y el eco de su vociferación retumbó y reveló la inmensidad del pasado.

-¿Disculpa?- fue su respuesta incredula junto al arquear de una ceja, sus ojos se detuvieron, o a decir verdad, intentaron penetrar a los de el, pero una especie de... sacudió por dentro a sus pensamientos, no vaya a ser que se contagie de las ideas extrañas de su compañero..
Sonrió segundos despues serenandose de nuevo, observando el misterioso jardin, que vaya a saber uno donde los llevaria, ella queria descubrirlo, volteó y fijo su mirada en los arboles, y lo que ellos intentaban esconder... Frunció levemente el ceño, y su impulso fue interrumpido, por la voz de aquel muchacho..
Su expresar hace que ella vuelva a cruzar sus ojos y misterio por los de el, silenciosamente.
Al observarlo, durante todo un minuto sin decir una sola palabra, reencontró el impulso y el motivo, volteo y corrió por descubrir el detrás de aquellos arboles...

La mirada silenciosa de Alice silenció los pensamientos, por un momento, de Alba. Los rayos de sol atravesaban las ventanas de la puerta vidriada que daba al patio interno del castillo abandonado. La emoción se apaciguaba lentamente. La sonrisa se desdibujaba suavemente luego de que él fuera el reposo de la mirada de ella. Descubrió algo en sus ojos. Volvió a sonreír. Luego, vio que las ropas de ellas ondulaban con la brisa que recorría la sala desde la entrada al pulmón. Algo de afuera le había llamado la atención y eso logró que ella escapara en un desliz hacia los árboles. La siguió con lentitud y atento a cada uno de los detalles de su movimiento y del castillo. De sus labios salieron dos palabras de advertencia: -Ten cuidado.- La sonrisa ya no estaba. El semblante se hallaba serio e introspectivo. El sol se ocultaba ya tras los árboles del bosque para dar lugar a la noche. Eso hacía que el aura y luminiscencia del interior del castillo se volviera fantasmal. Esto lo preocupabaun poco. Y en él se notaban los signos de temor.

Me encontré corriendo por un recuerdo, los arboles me reconocieron y yo...gire a verlos, un otoño en ellos me habló, y yo tropecé...por el descuido, perdi al recuerdo y eso provoco un desatar de llanto...
Pero el mismo se quebró al recordar la presencia de mi acompañante, que un tanto lejos mio se encontraba, se lo encontraba palido..
Fue entonces otro impulso el que me llevo a saltarlo encima... Corri y me lancé hacia el, quebrando a su silencio y al mio...