Esperando a algún cliente [Libre]

Tras haber luchado un rato con el cartel, Kaho se apartó satisfecha y se sacudió las manos observando su obra. No era lo mejor que había dibujado nunca, pero sí que había quedado bonito. La madera desvencijada que había encontrado esa mañana tirada en una zanja le había servido perfectamente para armar la señal y, por suerte, apenas si había tenido que usar unos pocos yuyos para armar la pintura.
El dibujo era medio mediocre, con sus escasas habilidades no podía pretender mucho más; mas el letrero había quedado perfecto, curiosamente legible en los tres idiomas en los que lo había alcanzado a escribir: "EL TORBELLINO Herbolaria y curandera". Se leía en japonés, inglés y castellano, justo a un lado del boceto de un pequeño remolino en el que volaba un gorrión.
Clavado justo a un lado del cobertizo del orfanato, edificio antiguo que contaba con todos los lujos que se podía permitir un pequeño palacio, el anuncio daba a una calle secundaria, pero no se podía pretender mucho más. Si tenía suerte, por fin podría ampliar un poco su negocio y dedicarse a cuidar, aparte de Storm onee-chan, a cualquier herido que no hubiese encontrado la Cascada Milagrosa.
-Espero que le guste el letrero -susurró feliz de ponerle algo más de formalidad a su trabajo y de recordar a la bruja de pelo negro. Por dónde andaría en aquellos momentos sólo el viento lo sabía.

Luego de retirar mi saco rojo con detalles negros nuevo en la casa del sastre, me dirigía a casa. Esta vez, distraído quizás por el olor a lluvia de la noche pasada, confundi mi habitual recorrido y termine en la calle del orfanato, que quedaba en el otro extremo de la ciudad. Me hubiera convertido en lobo, para ir más rápido, pero mi saco nuevo me lo impedía, además, no tenía ninguna prisa. Al lado del orfanato estaba parada una niña no muy alta, y quizás no mayor a los 15 años. Miraba orgullosamente un cartel que colgaba de una puerta. "Una herbolaria -pensó- quizás me sirva si puede hacer perfumes".
Me acerque sonriente por el destino que me llevaba allí, y la joven me acompaño dentro del lugar. El aroma era algo que jamás había sentido, al menos de esa forma. Aquella mezcla de flores me resultaba en algunos casos familiar y cercana, u me producía relajación y paz.
La niña me esperaba frente a mi, mirándome. Volví de aquel mundo al que me habían llevado los aromas del lugar y pude preguntarle "disculpa, veo que tienes hermosas flores, puedes hacer perfumes?" La miro nuevamente "por cierto, me llamo Hesphyn, puedes llamarme Hes"

¿He-Hesphyn Satou? ¡¿El Hesphyn Satou de la gran mansión que a veces se detenía a mirar en Odalya?! Era alguien que conocía de vista, pues su renombre invitaba a espiarlo cuando paseaba por las calles de la ciudad, mas aún así nunca se habría imaginado que se lo pudiese encontrar. Vaya sorpresa se pegó cuando lo vio acercarse hacia allí y más aún cuando notó que pretendía entrar a aquella caballeriza ruinosa en la que se había instalado.
Sin oponerse a que pasara, lo siguió en silencio, oculta bajo la capucha y nerviosa ante la perspectiva de que alguien como él pudiese ser su primer cliente. No pudo evitar observarlo juntando los dedos índice en un gesto tímido mientras el otro le daba un vistazo a su negocio. Al oír que se dirigía a ella se sobresaltó. ¡El noble Hesphyn Satou le estaba hablando y le pedía que le llamara tan solo "Hes"! De tan solo pensarlo se sonrojó y negó con la cabeza antes de repetir su nombre en apenas un hilo de voz.
-H-Hesphyn-san está bien... -dijo e hizo una pausa antes de tartamudear una respuesta a su pedido, el cual por cierto la dejó estupefacta y le hizo levantar la vista un momento del punto del piso en el que la había clavado para espiar a aquel ricachón que entraba en un sitio así cuando podría comprar en las mejores tiendas de la ciudad antes de bajarla de forma brusca otra vez hacia el suelo, con los cachetes colorados- U-Uhm, bueno, los pe-perfumes no son mi especialidad de-demo... Su-supongo que podría intentar armar uno... ¿Qué clase de fragancia bu-buscaba, Mister-san? -preguntó entonces, sin siquiera pensar en presentarse ante alguien a quien debía importarle poco y nada el nombre de una pobre huérfana como ella.

"Por favor, gracias por el respeto, pero no hace falta. Hes es más cómodo y simple. Por cierto, no se tu nombre, tendría el honor de saberlo?", dije manteniendo un tono simple y amigable. Admire a la joven que se sonrojaba y con cierta vergüenza miraba el suelo. "Me gustan los sabores frutados, pero la experta aquí eres tú, por qué no me sorprendes?". Trate de ser lo más simple y jocoso posible. Aquellos símbolos de respeto y por ende distancia no me gustaban.
Una duda me recorría la mente, mas no sabía si podía ser descortez preguntar, pero, es la única forma de averiguarlo. "Tu, este, trabajas en el orfanato?" La pregunta me había surgido ya que la joven tenía su puesto justamente al lado de este edificio. En el fondo, yo también sabía lo que significaba aquel lugar.

-Oh, pero "Hes" es muy corto... -susurró al oír sus palabras y se balanceó un poco sobre sus pies, mirándolo con timidez por debajo de la capucha de forma esporádica mientras se debatía en silencio si hacer caso a lo que le pedía o no, decidiendo al final ir por un punto medio- N-no, yo no trabajo aquí, aunque muchas veces doy una mano... M-mi nombre es Kaho, Hes-san... -dijo entonces bajando los ojos avergonzada una vez más al pronunciar por segunda vez ese apodo que le había dado, nerviosa aparte por la curiosidad que mostraba el extraño por ella y por el elogio que le había dedicado- Y soy parte del orfanato... -completó la frase con un volumen de voz prácticamente inaudible antes de volverse hacia los frascos de forma algo brusca, repentinamente triste por tener que hablar de eso y molesta por ello consigo, ya que no le gustaba deprimirse por esas cosas que ya había tenido tiempo de sobra para aceptar.
Una fragancia frutal, una fragancia frutal, se repitió sus palabras y revolvió unos cuantos frascos intentando no pensar en esas cosas y tomando unas cuantas plantas y flores de su atelier para llevárselas a un mortero que tenía sobre el mostrador que había improvisado sobre unas cuantas tablas, a una altura que le quedaba cómoda si se subía a unos cajones que había levantado de la calle alguna vez al armarse aquel espacio donde trabajar.
-¿Algo así? -lo interpeló al alzar entre sus manos la porcelana, en la que ya se habían empezado a mezclar los jugos que desprendían los materiales elegidos, creando un ligero aroma frutal y mentolado que no había olido demasiado antes de ofrecérselo, sin levantar la vista hacia al otro, aún turbada por haberle reconocido que era huérfana.

Note la tristeza con que me respondió y me arrepentí de haberlo preguntado. A pesar de compartir un pasado similar, fueron muy diferentes nuestras formas de verlo. "Así que Kaho, muy lindo nombre" agregue sonriendo.
Kaho me ofreció rápidamente un recipiente con los productos ya elegidos y la mitad del trabajo ya hecho. Era realmente efectiva y muy rápida. El aroma era exquisito y definitivamente no tenía nada parecido a aquello. "Me gusta mucho, es muy rico. Haces un trabajo formidable, Kaho. No esperaba que lo hagas en el momento. Suelen tardar semanas, jaja. Muchas gracias."
La fragancia me había sorprendido, y por otra parte trataba de levantar el ánimo a la chica. "Kaho, yo te entiendo. También soy huérfano. Mis dos padres, y luego mi hermana... No tienes por que avergonzarte. Eres excelente en lo que haces. Seguro ellos estarán orgullosos de lo que haces, no querrán que su recuerdo sea algo que te ponga mal." Mientras le decía esto me acerque a ella y puse mi mano en su hombro. De mi saco saque un frasco de cristal muy decorado que siempre usaba para mis fragancias favoritas, actualmente vacío. "Supongo sabes donde vivo, por las dudas, te lo doy ahora, soy de memoria frágil."

Le había dedicado otro cumplido más, por lo que, distraida como estaba con lo de sus padres y el perfume, apenas si pudo murmurar un apenado "N-no es nada" en respuesta a las palabras del otro mientras volvía el mortero a la mesa ruborizada y se preguntaba cómo alguien con práctica en aquello podía tardar semanas en hacer algo tan simple.
Ara, ¿Hesphyn Satou era huérfano? El comentario la tomó por sorpresa y le hizo observarle con los ojos azules muy abiertos al tiempo que el otro la miraba con bondad. Nuevamente, el elogio le hizo sonrojarse pero aún así no apartó la vista del rostro del noble, con el que se sintió por unos momentos conectada a pesar de su diferencia de edad, status y quién sabía cuántas cosas más.
-La-lamento escucharlo... -musitó al volver en si y desviar la mirada, habiendo escuchado su consejo, dicho con ternura y aún así errado al interpretar cómo se sentía- No sabía nada sobre la familia de Hes-san... -susurró sin rechazar el gesto que le dedicó el pelinegro al apoyarle una mano en el hombro pero sin mostrarse tampoco aliviada por ello, que no hacía más que ponerla nerviosa- Demo, watashi... Yo no me averguenzo de nada. Simplemente no puedo perdonar que hubiese alguien capaz de asesinar a mis padres. Otou-sama y Okaa-sama eran tan amables y yo... -la frase la dejó a medias y agradeció, en realidad, que Hesphyn cambiase de tema y le ofreciese el frasquito donde supuso querría que guardara su colonia. Se le habían llenado de lágrimas los ojos así que aprovechó a observar el frasco que le había dado para calmarse, pues la verdad es que era muy lindo. Una vez que organizó su mente se pasó un brazo por los ojos, para secarse con su saco gris, y asintió sonriendo un poco.
-Hai. Cuando la tenga lista se la alcanzaré a Hes-san -aceptó y dejó el recipiente a un lado con cuidado, olfateando lo que había armado al considerar qué más le podría poner para complacer a aquella persona en agradecimiento por dejarle un tarro tan bonito para su perfume casero.

Spoiler:

Note el error en mi apreciación, pero el tema había ya cambiado. Aquella joven con sus bellos y grandes ojos azules me pareció simple, pero decidida y voluntariosa. Quizás haya algo que pueda hacer por ella. "Mira, la venganza no es buena consejera, aunque -posando mi mano en mi katana, que hasta entonces había quedado oculta por el saco- podría ayudarte".
La idea no me convencía mucho, pero quería hacer algo por aquella joven, y, no se me ocurría otra cosa. "Por cierto, este sábado hay una fiesta en mi mansión, si quieres ir, sólo avísame un par de días antes. Así te conseguimos un vestido y una máscara".

Así que tenía una katana... O al menos eso es lo que podía suponer, ya que por la forma y demás, parecía un arma japonesa. No era de extrañarse, con un apellido como "Satou"... El gesto, aún así, le llamó la atención, pues por mas que estuviese armado, ¿le ofrecía aquel servicio a una niña como ella?
-Oke... Cuando tenga con qué pagar... -susurró una vez se sobrepuso a su asombro, ya que no iba a negar la ayuda que nadie le había ofrecido... Ni siquiera Storm onee-chan le había propuesto ayudarla en eso, pensó y frunció un poco el seño con la vista fija otra vez en el mortero antes de escuchar el siguiente comentario.
-¡¿Ara?! ¡¿Un baile en lo de Hes-san?! I-Ie, eso no podría aceptarlo -negó enérgica con la cabeza, sobre todo al oír que pretendía conseguirle un vestido y todo. La idea le gustaba, sí, pero estaba mal aceptar cosas gratis, y más aún objetos tan caros.

Las reacciones de aquella joven eran simples y puras, y algo graciosas. Propuse la ayuda porque en el fondo se lo que ella siente, aunque mi familia haya muerto por otras cosas, en definitiva, el incendio fue accidental, y mi hermana... Por suerte, cortó mis pensamientos cuando respondió sobre el baile. Es verdad, era una propuesta grande, se lo ofrecí desde el fondo de mi corazón, y note en ella la ilusión en sus ojos. Pero también vi su timidez, y quizás su orgullo, en realidad es un gasto enorme, para cualquier persona, y más quizás para ella. Pero no dejaría que pierda su ilusión. Sólo quería hacer feliz a Kaho.
"Kaho, lo aceptarías si fuera el pago por el perfume?"

¿El pago del perfume? La propuesta le hizo juntar las manos sobre el mostrador, indecisa. Había armado el negocio para conseguir dinero para el orfanato. Y para la venganza. No para gastarlo en esa clase de eventos. Pero aún así, el precio que le estaba ofreciendo era extravagante y no podía evitar notarlo, lo cual la confundía aún más.
Con la cabeza gacha bajo la capucha de su saco, sus pensamientos se arremolinaron por unos momentos y el dilema interno le llevó a morderse un labio. Estaba cerca. Estaba cerca de conseguir lo que necesitaría para pagar por información. Pero, aún así, lo que pudiese conseguir por un perfume no haría la diferencia. Aceptar su propuesta no parecía que fuese a afectar sus ganancias, en realidad...
-H-hai, podría ser, demo... Solo si a Hes-san no le molesta porque... Eso es un montón de dinero -murmuró al final, medio sonrojada, mirándolo apenada mientras juntaba los dedos índice con nerviosismo.

La sinceridad con que la niña me hablaba me sorprendió y gratifico en el fondo, porque sabía que le gustaba la idea, pero no quería recibir tanto dinero. "Por el dinero no te preocupes, le diremos al viejo de mi sastre que nos haga un buen precio" y reí para cerrar la oración y bajar los nervios de Kaho.
"Veamos, la fiesta es el sábado. Que te parece encontrarnos el jueves? Hay que hacer varias cosas. Me alegra que hayas aceptado." Kaho de escondía bajo su capucha, quizás por nervios, mas por todo motivo no quería molestarla.
Otra idea me llego a la mente. "Qué plantas usas para llegar a este precioso aroma que nos acompaña en el ambiente?".

Oh, bien, estaba riendo, así que no debía pesarle demasiado, ¿cierto? Aquello la tranquilizó un poco y la hizo sonreír con timidez, sobre todo lo del descuento. ¡Iría a ver al sastre personal de Hes Satou! Ahora que se había calmado de los nervios se estaba entusiasmando de verdad.
-Oke, el jueves entonces -aceptó al instante la invitación y respondió con bastante soltura a la pregunta- Nada importante, en realidad. Sarentya, Lareola, Jazynria y un poco de eucalipto... De hecho, no puedo evitar pensar que le falta algo... -se dijo pensativa al nombrarle los ingredientes- ¡Ah, ya sé! ¡Shōshō omachi kudasai! -exclamó entonces y se bajó de un brinco del cajón que usaba de banquito para dirigirse entusiasmada hacia uno de los tantos frascos que tenía en el galpón.
-Doko, doko-desu ka... -murmuró revolviendo un estante en puntitas de pie hasta encontrar lo que buscaba, un pequeño gotero con una sustancia de un verde acuoso dentro- ¡Esto es! -susurró alegre y volvió frente al noble, colocando un par de gotas en el mortero antes de ofrecérselo a oler.
-Este es el néctar de una flor bastante rara, pero Storm onee-chan la recoje cada vez que la encuentra así que... Su-supongo que puedo ponerle un poco al perfume de Hesphyn-san -explicó algo nerviosa mientras esperaba su reacción a aquel perfume que olía ahora de una forma mucho más particular.

"Es precioso, nunca antes lo había probado". Realmente era lo que buscaba, aunque no sabía que lo buscaba. "Gracias por la idea, y por añadirlo". Me complacía mucho que aceptara la invitación.
Podría acaso usar ese aroma también para mi palacio? No quería abusar de su ayuda, por lo que decidí evitar el comentario.
Por otra parte, debía avisar a mi sastre por las telas: "que colores son tus favoritos?". Había pensado quizás en telas de seda, o quizás algo bordado a mano, pero empezaba a refrescar por estos días. Y no queria enfermarla por un capricho estético. Mejor que elija ella. Y sonreí hacía dentro.
"Así que conoces a Storm... Conocí a una amiga suya, hace un tiempo, le decía 'Doll' " hay ciertos recuerdos que es mejor borrar, pero ya había emitido el comentario. Aquellos aromas me relajaban demasiado.

-Do-Dōitashimashite... -murmuró sonrojada por el agradecimiento del pelinegro; realmente se alegraba de que le gustase, porque era una sustancia realmente escasa, que no podía reponer más que una o dos veces al año. Lo bueno es que con tan solo unas gotas la fragancia tenía una intensidad que duraba un tiempo increíblemente largo así que el perfume que le había hecho a su primer cliente conservaría sus propiedades sin importar el tiempo que le tomara terminar de prensar las plantas o pasarlo al adornado frasco que le había dejado Hesphyn.
Perdida en esos pensamientos, se sorprendió cuando le preguntó por sus colores favoritos y lo miró desorientada unos momentos antes de entender que se refería a la tela que tal vez tuviese que pedirle con anticipación al sastre para su vestido.
-Etto, normalmente no uso más que blanco o gris demo... Watashi wa ao ga suki... E-es decir, me gusta el azul -le respondió entonces, algo avergonzada de que se le escapara el japonés apenas la invadían los nervios, sobre todo con cosas tan sencillas como expresar sus gustos- Ara, ¿Doll nee-chan? -repitió algo sorprendida cuando le oyó decir que conocía a la amiga pelirroja de Storm y lo observó con la curiosidad reflejada en el brillo de sus ojos azules al preguntar- ¿Fue por un trabajo o algo así? Yo hace unos días que no la veo, ¿sabe Hes-san cómo está?

"azul... muy lindo, realmente". Muchos diseños pasaron por mi cabeza. Un vestido imperial quizás, no, uno francés. no, definitivamente "será un vestido tuvo con escote en V, de seda Azul, con encaje cuentas en las mangas, te quedará hermoso", me había emocionado, pero lo valía.
Pero como todo sentimiento de felicidad, se termina. Doll, un recuerdo, varios de ellos. "No fue un trabajo, pero llegué a conocerla bien. " Habían pasado muchas cosas entre nosotros, cosas que no sé si volveré a saber, cosas que no debería recordar. Pero no debía ponerme mal, Kaho simplemente preguntaba. "y dime Kaho- chan, tú cómo las conoces?"

¿Na-nani? Hesphyn había nombrado de golpe muchos términos relacionados a los vestidos y Kaho lo único que pudo leer entre líneas es que sería suntuoso por lo que dejó pasar el comentario. Si volvía a quejarse del precio o se ponía a pensar en ello terminaría diciendo que no y como realmente la entusiasmaba la idea por más que saliese cara, lo mejor era no darle más vueltas y dejar al noble manejar aquello. Después de todo, él también se veía emocionado. O al menos hasta que lo interrogó acerca de la bruja pelirroja.
-U-uhm, lo siento si pregunté sobre al-algo inapropiado... -murmuró al ver que no había tocado un buen recuerdo, al parecer, y bajó la mirada arrepentida de dejarse llevar por la curiosidad- Yo la conozco desde hace bastante, porque cada vez que Storm onee-chan no podía venir a dejarme las plantas que recogía para mí, venía Doll. Creo que son amigas muy cercanas -explicó entonces en respuesta a la duda del hombre de negro y guardó silencio bajo la capucha al terminar, sin saber bien qué decir ahora que ya había metido la pata.

"No es nada Kaho, sólo recuerdos..." Sacudí la cabeza para alejar los recuerdos que llegaban como disparos a mi cabeza. El baile estaba cerca, y había que preparar todo. "Nos vemos entonces el jueves en la casa del sastre, esta en la calle comercial. Es fácil verla." Antes de pensarlo, me acerque a la joven para despedirla con un beso, pero note que se sorprendió, por lo que extendí mi mano junto a una reverencia para no imcomodarla. Sonreí y me fui del local, con mi saco nuevo, y una acompañante para el baile: quizás, una vez más, el destino me sonreía.

Ara, así que había tocado un mal recuerd- ¡Ie, si se acercaba con la intención de darle un beso no iba a saber dónde meterse! De solo verle el gesto se puso automáticamente roja, alejándose un poco hacia atrás de manera inconsciente mientras el noble hacía algo que no era mucho mejor y extendía una mano hacia ella en una reverencia que Kaho devolvió al instante.
-Hai -aceptó veloz, aún sonrojada, al último comentario del pelinegro sin animarse a levantar la vista hasta que este se retiró. Entonces y solo entonces suspiró, soltando todo el aire que había estado conteniendo desde que había visto al famoso Hesphyn Satou entrar a su tienda y se sonrió con un feliz rubor en las mejillas al mirar el mortero y el frasquito de cristal que le había dejado Hes. ¡Tenía un cliente! ¡Y asistiría a un baile! Hacía mucho que no se sentía tan afortunada la niña que, unos días más tarde, iría a ver al sastre como le había pedido el noble, con el perfume listo para dárselo.

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