Encerrada con un zorro [Priv. Iain]

Me desperté con un horrible dolor de cabeza. Me estiré y rodé en la cama. Me encontraba tan cómoda. No quería abrir los ojos. Sacando el continuo golpeteo en mi cabeza, me encontraba perfectamente relajada y serena, pero sabía que tenía que levantarme y continuar. Seguramente alguien llegaría pidiéndome algún trabajo y no era correcto recibirlo con mis usuales baby doll de seda negra. “Debería cambiarme.” pensé y gemí. “No quiero salir. La cabeza me está matando. Maldita resaca...” Lentamente me incorporé y abrí mis ojos mientras me refregaba la cara con la manga de… Me quedé petrificada al notar que llevaba una camisa negra que no era mía. “Una camisa masculina.” pensé y miré mí alrededor.
-No es mi casa…-susurré con pánico entrante.
Pensé en lo que había ocurrido el día anterior. Había trabajado hasta medianoche, básicamente. Luego me había dirigido a La Cofradía. Le había pedido una copa a Tomas, luego otra. Había aparecido un chico pelirrojo. Los pelirrojos, mi perdición…
-¿Cómo se llamaba?-me pregunté.-¿Iain? Creo que si…
Luego me sonrojé ante el recuerdo de su cercanía, su brazo en mi cintura, mi dedo en sus labios, sus labios sobre los míos…
-¿Qué hice?-me pregunté saliendo. –No recuerdo haber hecho nada… yo… ¿me acosté con ese desconocido? P-pero… no… no recuerdo haberlo hecho… ¿me habré quedado dormida?
ME alejé de la cama y lo encontré durmiendo en un sofá. Me acerqué a él y contemplé su cuerpo. Su cabello rojo llamas se encontraba desaliñado. Estaba semi desnudo con el pecho descubierto, parcialmente tapado por uno de sus brazos, mientras que el otro se encontraba sobre sus ojos. Una de sus piernas se encontraba estirada mientras que la otra le pendía del sofá. Se veía hermoso, tentador… Yo recordaría algo si me hubiese acostado con él. Aunque sea un pequeño recuerdo. Este bastardo se había aprovechado de mí mientras estaba dormida. Había osado tocar mi cuerpo mientras no era consciente de nada, todo por culpa del alcohol. “¡Maldito bastardo!” grité en mi fuero interno. Me encontraba completamente enfadada con ese maldito cretino y lo que me encolerizaba aún más es que internamente me hubiera gustado estar despierta para saber cómo hubiera sido ser suya. “¡Jamás!” me grité y fui corriendo a la cama. Agarré una de las almohadas y me dirigí de nuevo hacia Iain.
-¡Maldito!-grité mientras le pegaba y él se despertó rápidamente.

El grito y el golpe lo sacaron del sueño bruscamente y le retuvo la muñeca antes de recibir un segundo almohadonazo. La jaló hacia así rápidamente y la retuvo bajo su peso en el sofá.

-¡¿Qué demonios está mal contigo, mujer?!- exclamó, encabronado, perdiendo control de su sincronización, sus orejas y cola de zorro apareciendo. -No te han enseñado que no se agrede a la gente cuando duerme Y menos que menos a quien te ha salvado la desencia, eejit- bufó, calmándose y soltándola lentamente, constatando que no intentase atacarlo de nuevo.

Unos minutos después, se levantó del sofá.

- God, lassie, what the hell is wrong with ye?- protestó, recorriendo su cabello con una mano.

Bufé mientras me sonrojaba. ¡El maldito se había aprovechado de mí! ¿Cómo podía? ¿Y se enojaba ante mi reacción? “Maldito bastardo… ¡Maldito zorro pelirrojo sexy!” por desgracia no se me había pasado por alto su sincronización y menos aún lo bellas que eran sus orejas coloradas…
-No sé con qué clase de chicas estás acostumbrado a estar, pero yo soy decente. -le dije malhumoradamente y le tiré la almohada pero él la atrapó y me dedicó una mirada helada.-Eres un degenerado, pero me das pena. Mucha pena.- recalqué.- ¿Siempre recurres a estos métodos para conseguir tener compañía?- le interrogué y crucé mis brazos.- Quiero mi ropa ahora y que salgas de este cuarto… ¡Ya! Y si sabes lo que te conviene no aparecerás nuevamente ante mi vista.
Odiaba estar en esta situación. En el cuarto de un desconocido y casi desnuda, solo llevando mi ropa interior y una camisa. ‘quien te ha salvado la decencia’ ¡JA! “Claaaaaro” pensé. “Un muy buen caballero… Maldito degenerado.”

Suspiró y luego le dedicó una sonrisa ladina.

-Lassie, yo no te he hecho nada más que cambiarte para que tu ropa no se arrugue- se la señaló con la cabeza, doblada en una silla.

Tomó el atado de cigarrillos del bolsillo del pantalón y sacó uno para inmediatamente encenderlo, dándole una larga pitada.

Su sonrisa se ensanchó, mirando de nuevo a la chica. -No sé cuántas relaciones hayas tenido en tu vida pero lo normal al tener sexo es tener alguna marca... Y creeme, querida, que las mías se ven- le mostró sus algo afilados colmillos con la sonrisa- Y tu no tienes nada- agregó.

Se sentó en el apoya brazos del sofá -Por otra parte, sería la primera vez que escucho que alguien tras tener relaciones en vez de dormir en la cama se va a dormir al sillón- espetó, casi con molestia, debido a su actual dolor de espalda.

-Por último, yo tengo cuanta compañía se me antoja. Pero no aceptaré que me sermonee sobre decencia alguien que ayer estaba sentada en mi regazo y que, de habérselo propuesto, habría aceptado lo que fuera- le arqueó una ceja burlón- No recuerdas nada porque no pasó nada- se levantó y se dirigió a la cocina.

-¿Desayunarás o seguirás acusándome de cosas más rato?- le preguntó desde allí empezando con las preparaciones.

-Maldito...-fue lo único que pude responder en ese momento. Todo lo que me había dicho me había hecho sonrojar aún más. Me había tratado como una tonta y encima con razón. Además se había burlado de mí. Aunque admitía que podría haber sido peor. “Es menos imbécil de lo que creía…” pensé.
Rápidamente tomé mi ropa y me cambie. No quería seguir usando su camisa. Sin calzarme o ponerme los guantes fui a la cocina y se la entregue.
-Póntela…-le ordené. No deseaba seguir viéndolo así. –Y aunque te creas más decente que yo… Me desvestiste. Me pudiste haber dejado con mi ropa, no hacía falta que me cambiaras. Quiero que te disculpes. Admito que entendí todo mal, pero eso no quita que me debas una disculpa… Gracias por no aprovecharte… tanto…-agregué ese agradecimiento medio obligada y en voz baja.

Había dejado el cigarrillo sobre la pileta de cocina no muy lejos suyo mientras preparaba el desayuno. Dejó la sartén a un costado del fuego para mirarla mientras una muy avergonzada peli-blanca se disculpaba a regañadientes y lo regañaba.

-Bien, entonces...- tomó la camisa y se la puso, abrochándola desde abajo hasta donde comenzaban sus costillas- Me disculpo, wee rabbit, no fue mi intención ofenderte o violar tu espacio personal de semejante manera, creí que sería mejor para ti...- volvió a la sartén y los panqueques- Especialmente si empezabas a vomitar- aclaró, dando vuelta el panqueque con una mano en la sartén y llevándose el cigarrillo a la boca con la otra.

-¿Té o Café?- preguntó, como si nada, mientras ponía el agua a hervir.

Era una chica con carácter, eso había que reconocérselo. De hecho, toda la situación le robó una sonrisa. Quizás se había encontrado con alguien a quien seguir por un tiempo.

Me sorprendió que él se disculpara y me hizo sentirme más arrepentida de cómo lo había tratado y de lo que había opinado de él. Sin embargo, no iba a volver a disculparme.
-Té rojo, si es que hay, sino cualquier té.-le contesté mientras me sentaba en la mesa que se encontraba en la cocina. Él seguía haciendo panqueques.-Y yo nunca vomité… Cuando me emborracho solo hago cosas estúpidas y me quedo dormida, pero ya aprenderé a controlar todo eso…-comenté.
Siguió preparando el desayuno y yo recosté mi cabeza en la mesa. El dolor en algún momento iba a desaparecer. Me quedé observando cómo Iain se movía en la cocina. Lo hacía con agilidad. “Un hombre que cocina… Espero que lo haga bien…” pensé mientras notaba el hambre que tenía.
-¿Hay mermelada de frambuesa?

-Aye, el manejar bien el alcohol es algo que sólo se aprende con la práctica- afirmó, divertido. Salió de la cocina un momento y volvió con unas hojas secas que guardaba en su bolso para estos casos. Con ellas preparó un pequeño pocillo de té. Olía bastante bien. Pero, por experiencia, su sabor era asqueroso.

Revisó las alacenas de la cocina y encontró en efecto té rojo y negro, el segundo para él. Llevó a la mesa las tres tazas, dándole dos a la chica y quedándose él con su té negro. -Escucha, lassie, sé que no confías en mí pero eso- señaló el té más pequeño y perfumado con la mirada- Es la mejor cura que hay para la resaca. Te quitará el dolor de cabeza y cualquier otro que tengas, además de los mareos... Te advierto que sabe mal, así que prepárate para bajarlo con un sorbo del té rojo, wee rabbit- le sonrió.

'Conejita' era un apodo que sin duda le quedaba. Parecía aquellos conejos de las montañas heladas, albinos, de suave pelaje blanco y ojos como rubíes. El recuerdo le despertó el apetito... Y la chica, también. Pero de otro tipo.

En la heladera encontró el dulce, que resultó ser de frambuesa, y lo dejó en la mesa junto a los panqueques y un cuchillo de untar para la chica. Él los comería enrrollados sin relleno, no siendo amante de las cosas dulces.

-Provecho- murmuró con una sonrisa mientras tomaba asiento y empezaba a beber su té tras apagar la colilla del cigarrillo totalmente consumido en el cenicero.

Lo vi comenzar a beber su té luego de apagar el cigarrillo consumido.
-Gracias.-le dije y agarré la segunda taza, la que tenía el líquido que supuestamente me ayudaría con la resaca.-Muy bien. Hora de saber qué tan asqueroso es.-le dije con una sonrisa y me llevé el líquido a los labios. Tenía buen olor. ¿Cómo sería el sabor?
Con un solo sorbo podía determinar que la bebida era HORRIBLE. “¡Qué asco!” pensé y decidí bebérmelo todo de una. Incliné la cabeza hacia atrás y me lo tomé completamente. Rápidamente dejé la taza y tomé la otra, tratando de aplacar el espantoso olor. Té rojo. Una delicia… y luego de unos sorbos el horrible sabor ya había desaparecido de mi boca.
-Sí, realmente asqueroso.-le contesté alegre notando como se me iba lentamente el dolor de cabeza. Por suerte no sentía nauseas.- Sin embargo, efectivo.
Tomé el frasco de mermelada y me contenté al ver que era de frambuesa. Con el cuchillo que me había dejado, esparcí la jalea en un panqueque y lo enrolle. Había demasiado silencio, así que decidí comenzar a hablar.
-Con respecto al alcohol… Hay algo que yo no entiendo. Vengo tomando vodka una vez a la semana como mínimo y aun no me acostumbro… A veces pienso que nací sin tolerancia al alcohol… ¿Y vos? ¿Qué te gusta?-le pregunté y me llevé la punta del panqueque a los labios. Mordí y un poco de mermelada salió por el otro extremo. “Mierda” pensé mientras lamía mis dedos manchados y me sonrojaba. Estaba demasiado torpe.

Se sonrió otro tanto al verla avergonzarse e incluso se rió un poco.

-Donnae worry, lassie- le pasó una servilleta- No es restaurant, nadie está juzgándote- agregó, procurando que se relajase.

Le dio otro sorbo al té antes de contestarle, mirándola con cierta curiosidad.

-La resistencia no es una cuestión de rutina. Es cuestión de dosificar, lass- le explicó con una de sus sonrisas torcidas- Y considerando tu baja resistencia, deberías empezar con algo de más baja graduación primero hasta que te acostumbres a mucha cantidad de esa bebida- le dió otro sorbo al té- Luego, aumentas un poco la graduación. Será sólo cuestión de tiempo y varias resacas-

Dejando la taza se preparó otro panqueque, casi comiéndolo en tres mordiscos, observando divertido la eventual lucha de la chica y los panqueques.

-Por mi parte, yo bebo whisky. De no haber, cervaza de malta- le contó- Es una cuestión de tradición de mi familia casi. Pero todos mis hermanos menores tienen cero resistencia alcohólica- se rió ante algunos recuerdos que le vinieron a la mente.

Se hizo un silencio en el que terminó el té y se cansó de los panqueques. Sacó un cigarrillo y comenzó a fumar tranquilo.

-Say, wee rabbit- comenzó tras su primera pitada- ¿Cuáles son tus planes ahora? ¿Tienes un hogar al que regresar? ¿Un trabajo que cumplir?- preguntó, curioso, con el rostro serio.

-Paciencia, entonces… Justo lo que no tengo.-comenté mientras terminaba el último panqueque que me quedaba en el plato. Iain cocinaba muy bien los panqueques. Tomé el último sorbo de mi té y le respondí:
-Debería volver a mi casa. Siempre alguien cae temprano y me da algún trabajo. Si no es la policía con algún caso que le cuesta resolver, es alguien con algún asunto privado o algún maleante que necesita de mis servicios para alguno de sus trabajos. El último suele ser siempre el más divertido, pero hay algunos idiotas que a veces no me quieren pagar. Dicen que cobro demasiado.-agregué eso último con un poco de desprecio. Si no estaban dispuestos a pagar lo que debían, que no me contrataran y punto. Ellos no sabían lo que era tratar con las almas de los muertos.
Vi que me miró seriamente y supuse que le había contado de qué trabajaba. Recordaba vagamente haberlo hecho…
-Soy de soltar la lengua cuando estoy borracha, así que supongo que ya sabes cuál es mi trabajo. ¿A qué te dedicas?

La escuchó atentamente, dejando el cigarrillo en sus labios mientras.

-Aye, primera vez que conozco a una nigromante que habla de su profesión- comentó, divertido, mientras tomaba el cigarrillo con sus dedos índice y medio.

-En realidad, no trabajo- admitió- Me gano algún que otro dinero en la calle de varias maneras- se sonrió, guiñándole un ojo- Alguna que otra estafa con las cartas, ya sabes, esas cosas-

Se hizo un breve silencio en el que se dispuso a levantar los platos y dejarlos en la pileta, ya lavaría más tarde.

-Me han contratado para otras cosas un par de veces; como guía en el bosque, de guardaespaldas e incluso de ladrón- alzó los hombros, apoyado contra la mesada, sus manos aferrándose a la misma a sus costados, el cigarrillo en la diestra.

-Depende de qué tan interesante sea el trabajo, lo acepto o no. Todo con tal de cortar con el aburrimiento- se sonrió nuevamente y fumó la última pitada de su vicio antes de apagar la colilla con un chorro de agua de la canilla.

Acompañó a la peli-blanca a la puerta.

-Bueno, lassie, te deseo mucha suerte- tomó un mechón de su cabello y se agachó para besarlo suavemente- Siempre estoy hospedado aquí o bebiendo en la bar así que, cuando gustes, sabes donde encontrarme- dejó el mechón en su sitio con una seductora sonrisa y se incorporó para abrirle la puerta a la chica.

Me despedí de Iain y me fui a mi hogar. Mientras caminaba extrañamente me sentía sola. “Me hubiera gustado conocerlo más…” pensé y me di cuenta de lo patético que era eso. Era un simple desconocido. “Un simple desconocido muy interesante.” me dijo una voz interna y la mandé a callar.
Llegué a mi casa rápidamente; no se encontraba tan lejos de mi hogar el Hotel de Odalya y extrañamente ese hecho me hizo sentir extraña. Entré a mi casa y me recosté en el sofá del living. Sonó el timbre. “Y ya empezamos…” Con un suspiro me levanté y me dirigí a la puerta. La abrí de un tirón y me encontré a un hombre robusto con una mirada muy seria. Estaba completamente vestido con cuero negro y llevaba en su cinturón un cuchillo de caza.
-¿Qué quiere?-le dije fríamente mientras ponía mi mascara de trabajo.
-Vengo por sus servicios.-contestó con una voz gruesa y tenebrosa.
-Pase.- lo invité a sentarse en una de las sillas del living y yo me senté delante de él. Solo la pequeña mesa ratona se interponía entre nosotros. Rápidamente me dijo a qué venía:
-Quiero que mates a alguien.
Sonreí.
-Ya eso sale un poco más caro.

Sigue en 'Visita inesperada' en el Hotel Odalya.