Recuerdos... [Priv. Antje]

Ya había hecho muchos experimentos y desperdiciado la gran mayoría de los sujetos de prueba. Pero aún así caminaba entusiasmando hacia el orfanato de Odalya en busca de uno nuevo. Luego de haber solucionado varios problemas previos ya se encontraba en la octava fase de su investigación y estaba seguro, sería la última. Ya había fallado esa parte dos veces, pero como se decía, la tercera es la vencida... Y sino sería la cuarta...

Siseó involuntariamente sacando su lengua bífida al pasar por las puertas del gran edificio donde hallaría lo que buscaba. Realmente era un lugar muy conveniente y nunca verificaban la veracidad de los datos. La mayoría de las veces enviaba a alguien que encontraba por las calles y lo mandaba a adoptar un niño para él con documentos falsos, el dinero siempre los convencía; exceptuando las veces que el niño era encontrado en las calles.

Apenas entró buscando el mostrador donde siempre se hacía el papeleo y esas cosas, se cruzó con una niña de unos 8 o 9 años, pelirroja que pasó corriendo frente suyo. Siseó. Nada podía ser mas perfecto! La tomó del brazo antes de que se alejara y continuó caminando, arrastrándola e ignorando sus protestas, hasta el mostrador de adopciones.

- Quisiera adoptar a esta niña, por favor. - Expresó a la mujer canosa y con lentes que se encontraba allí, del otro lado del escritorio. Sonreía con una sonrisa que cruzaba horizontalmente su rostro y dejaba ver sus colmillos de serpiente sin darse cuenta que se hallaba en su transformación media. Siseó nuevamente al acabar la frase y volvió a su forma humana sin siquiera enterarse de ello.

Había estado correteando, haciendo recados para los empleados del orfanato, cuando me retuvieron del brazo. No tenía fuerza suficiente para liberarme, mal comida como estaba, convertida en mero piel y hueso.

Miré con espanto y sorpresa a Doris, la mujer canosa de la administración que siempre me pedía té de manzanilla. Luego desvié la vista al extraño. Por desgracia, no podía apreciar los colores exactos, pero los contrastes entre los distintos tonos de blanco, grises y negro de su cabello me despertaron curiosidad. Era una persona demasiado rara. No me miraba a los ojos.

En realidad, aunque sus ojos estaban fijos donde estaba Doris, no la estaba mirando. Estaba abstraído en su propia mente.

Estaba impregnado en olores fuertes que reconocía de productos de limpieza o mismo de algunas malezas del jardín, en una mezcla peculiar. ¿Qué sería este hombre? Era joven pero a la vez daba la sensación de que no lo era. Estaba allí mismo pero más allá.

Me perdí tanto en mis pensamientos, estudiándolo fijamente, que me olvidé completamente de la situación -S-suélteme, scheiße- espeté, retorciéndome un poco. ¡¿Por qué demonios vendría alguien de la nada a adoptarme cuando no mostraba el menor interés?! No podía tener nada bueno en mente.

Sin muchos miramientos y un poco a regañadientes la mujer, que parecía llamarse Doris, aceptó la adopción e hizo el papeleo correspondiente pidiendo los datos necesarios. Apenas ella terminó y le entregó los papeles de adopción ensanchó aún más su sonrisa siseando.

Guardó los papeles en el bolsillo interno de su saco y luego de un simple "Gracias" hacia quien lo había atendido se giró y regresó sus pasos volviendo a salir por la puerta para dirigirse a su laboratorio. Sujetando a la niña ya casi sin darse cuenta de que continuaba protestando y pataleando, demasiado concentrado en sus pensamientos y entusiasmo por estar cerca de finalizar su investigación, hasta que la resistencia que sentía al caminar desapareció.

Se dio vuelta bruscamente, el espécimen se había escapado. La observó correr alejándose de él volviendo al orfanato ¿Porqué sus especímenes de experimentación nunca obedecían tranquilamente? Suspiró y entró a una tienda cercana que acababa de detectar saliendo a los pocos minutos con un collar y correa de cuero marrón.

Al demonio que no iba a volver al orfanato! Corrí y corrí con toda mi energía restante, escondiéndome en un callejón. Esa persona no tenía buenas intensiones... Ni siquiera podía decirse que estuviese presente en este mundo.

Me hice un bollo, sentada contra la pared grasienta. Mi ropa de trapo hecha un desastre de antes, la mugre no podía importarme menos. ¿Y ahora qué? Esa persona seguro no volvería a por mí, basándome en el nulo interés que me puso. Bueno, no nulo. Me había adoptado. ¿Nein?

Con cierto sentimiento de culpa salí de mi escondite y me guié con mi olfato tratando de dar con la particular mezcla de olores. Nos encontramos a mitad de camino de la distancia recorrida, en medio de la calle. -Lo siento...- dije, bajando la mirada, entrelazando mis manos en mi espalda.

Se sorprendió al ver a niña volver a medio camino del orfanato y volvió a soltar un siseo sonriente. Hoy era un buen día. Se agachó palmeando su cabeza suavemente en una burda imitación de felicitarla cómo había visto hacer muchas veces antes y le colocó el collar en el cuello atando la correa en una de sus manos muñecas.

Era un buen y algo obediente conejillo de indias pero no correría riesgos innecesarios cuando podía evitarlos... Además, ya lo había comprado. Siseó.

- Buena niña, 08-03 - Dijo dándole la espalda caminando, nuevamente, en dirección a su hogar

Bajé la vista hacia el collar algo sorprendida pero no ejercí resistencia y lo seguí, quedándome unos pasos atrás. Quizás, esta persona... ¿Me había adoptado de mascota?

Era lógico de alguna forma. Era parcialmente un perro. De hecho, más de lo que me gustaría. Mi vista, particularmente. Aún así, me conservé en silencio, pensando en el nombre que me había dado. ¿08-03? ¿Por qué una combinación numérica? Ese tipo de nombre no se le ponía ni a las mascotas... Se le ponía a cosas como los ratones de labora... ¡Esos eran los olores! ¡Químicos puros!

Este sujeto... Qué tendría planeado para mí?

Llegaron a la mansión y luego de cerrar la puerta con llave le quitó el collar y lo tiró junto a la correa hacia la esquina mas cercana. Todas las puertas que daban al exterior estaban bloqueadas y todas las ventanas tenían rejas, por lo tanto, no podría escapar. Siseó y tomando a la niña de la mano la llevó hacia la 'Habitación de invitados' dónde antes habían estado los especímenes anteriores.

- Descansarás aquí. - Dijo como toda explicación dando fin al recorrido de la casa. Era una habitación decorada como el resto, con caros y finos muebles. La soltó y se dio vuelta yendo hacia su laboratorio para ir preparando las cosas. Era mejor empezar cuanto antes, ya que para comenzar con el octavo paso de su investigación, primero tendría que hacer pasar al espécimen por los 7 primeros. Y eso llevaba tiempo.

Al parecer, la persona que me había adoptado era sumamente silenciosa. Me había mostrado toda la casa sin decir más que algún eventual y soso comentario respecto al uso de algunos cuartos y eso había sido todo.

Me quedé mirando la puerta cuando se cerró detrás suyo, luego recorriendo con la vista el cuarto. Era demasiado lujoso!!! O por lo menos, lo era en comparación al orfanato. Me lancé a la cama inundada de histeria y alegría. Me retorcí con las cobijas, haciendo un desorden terrible en la cama. Quizás no fuera tan terrible.

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No sabía cuánto me equivocaba en ese entonces. Aunque no fue TAN terrible, sin duda pasé por cosas difíciles. Ser envenenada no era una cosa sencilla ni agradable. Fiebres altas, alucinaciones, vómitos, parálisis. Y los antídotos eran a veces peores que los mismos venenos. Pero años de eso y una innata resistencia, me permitieron cumplir con todos los requisitos y ser libre de aquello, quedando como la mascota del dueño de la enorme mansión, apartada de la ciudad.

En el presente, ya han pasado 12 años desde entonces. Desde que vivo con cierta serpiente.

Revolvía las alacenas. Lleva dos horas, DOS, tratando de salir de la casa para hacer las compras. ¡Pero no podía encontrar el dinero por ninguna parte!

-KRAIT!- le grité desde la planta baja, mientras subía las escaleras de a dos escalones. Golpeé la puerta de su despacho para anunciarme y paso siguiente entré, casi golpeando la puerta. -¡¿Qué has hecho con el dinero esta vez, pedazo de víbora perezosa?!- espeté, molesta. La última vez, tras revolver toda la casa, lo había encontrado en el freezer.

No era como si faltase dinero, pero Krait mantenía su dinero en el banco e iba sacando de a tandas. Pero llevarlo al banco a realizar las extracciones es toda una odisea.

El sonido de la puerta siendo abierta bruscamente lo despertó, levantó su cabeza pausadamente mientras bostezaba mostrando toda la longitud de sus finos colmillos y se quedó observando a la intrusa sin siquiera abrir sus ojos. Aquél espécimen había crecido tanto, sin ningún efecto colateral retrasado luego de finalizar los experimentos. Siseó. Era la prueba viviente de su éxito... Pero se había vuelto un dolor de cabeza, aunque con sus pequeñas ventajas.

- Creo... - Comenzó a decir mientras fruncía el ceño intentando hacer memoria. - ... ¿En el bolsillo interno del saco que tiré junto al resto de la ropa sucia?... - Preguntó dudoso señalando un rincón de la habitación abriendo sus ojos para observarlo y se extrañó al verlo vacío. Siseo.

- Es una pasta de papel mojado en el bolsillo de mi saco. - Dedujo sin mucho esfuerzo, siempre que su ropa desaparecía era por un único motivo. - Tráeme algo de comer. - Exigió volviendo a recostarse sobre el escritorio. ¿Hace cuanto que no comía? Cinco semanas, ¿Seis? Se preguntó al notar el típico vacío en el estómago.

Mis orejas y cola aparecieron ante el arrebato de insultos que logré contener, sólo demostrando un bufido. OTRA VEZ HABÍA TIRADO LA ROPA SUCIA EN UN RINCÓN SIN REVISARLA ANTES! Me crucé de brazos.

-Me encantaría traerte algo de comer pero no hay qué comer y ahora tampoco hay dinero con qué comprarlo- mascullé entre dientes y volví a bufar- Me temo que tendrás que salir conmigo y sacar dinero del banco... Salvo que sepas de otro escondrijo de dinero en la casa que no sea las alacenas de la cocina, ni la heladera, ni el freezer, ni las alacenas del baño, ni tu placard, ni el mío, ni el armario de las cosas de limpieza, ni las jaulas de sujetos experimentales, ni los 20 cuartos de huéspedes que nunca se usan, ni el recibidor ni la sala, ni el sótano ni el ático- enumeré todos los salones de la casa que ya había recorrido.

Hizo oídos sordos hacia sus quejas cómo ya era costumbre y se movió lentamente hasta el borde del escritorio dejándose caer al piso.

- ¿No hay ratas en el sótano? Tráeme algunas... - Dijo arrastrándose y metiéndose bajo el escritorio, había mucha luz y aún tenía sueño.

- ...Agarra cualquier cosa valiosa que encuentres por ahí y véndela... - Sugirió haciéndose un ovillo. No iba a salir, no tenía ganas y... Tendría que cambiarse... Sacarse la ropa que tenía puesta hace ya varias semanas... Y bañarse... No...

Suspiré e ingresé a la habitación para cerrar mejor las cortinas y al volver a la entrada apagué las luces.

-Sabes que no lo digo por ofender pero hueles terrible. Con la excusa de que estabas con la investigación te dejé en paz pero esta noche te bañas! Sin excusas! Llenaré el baño de vapor y pondré las luces bajas, tal y como te gusta- le dije con media sonrisa, agachada, despeinándolo un poco. Me volví a parar.

-Iré a por las ratas y luego volveré a revisar en busca de dinero. Sino para la cena serviré sopa de anguila, que hay congelada en el freezer- le dije saliendo para luego cerrar la puerta y dirigirme al sótano en busca de los dichosos animalejos. En total oscuridad no veía nada pero no era difícil seguirlos por el olor o los sonidos.

"Sí, era una adquisición muy útil, pero una verdadera molestia también." Pensó agradecido con la disminución de luz y hundió su cabeza aún mas entre sus brazos intentando alejase de la mano que revolvía su pelo. Ni que oliera tan mal, había estado peor muchas veces antes ¡Hasta había estado meses enteros sin bañarse!... Lo bueno es que tendría varias ratas para llenar su estómago y más comida caliente al anochecer.
Tssss, bufó resignado. Si 08-03 no hallaba dinero mañana tendría que ir otra vez al banco...

Volví a subir unos meros 10 minutos después, sosteniendo 5 ratas de la cola. Eran criaturas espantosas y además hacían mucho ruido de noche. Golpeé la puerta de nuevo antes de entrar.

Avancé dentro del despacho a oscuras y me acuclillé frente a donde estaba Krait, tendiéndole las ratas. -Volveré a registrar la casa en busca de dinero, aunque ya es tarde para las compras hoy. Perdóname, Krait. Mañana preparo algo mejor luego de comprar comida, lo prometo- le sonreí un poco, ladeando levemente la cabeza.

¿Cómo es que estaba tan acostumbrada a la vida aquí? Es totalmente un misterio.

- No hay problema, las ratas no están mal. - Respondió siseando. Se paró y tomó las ratas que le ofrecía con una mano y revolvió sus cabellos con la otra. Las agarró una a una por la cola y las llevó a su boca tragándolas con sus mandíbulas desencajadas gracias a su transformación media.
- Mañana probablemente duerma todo el día. Y pasado. Así que no te preocupes. - Avisó bostezando antes de darse la vuelta y meterse a rastras en la bolsa de dormir que siempre había sobre el colchón de su cama; dejando los pies donde debería ir la cabeza y pataleó un poco hasta que éstos estuvieron cubiertos por la tela. Ya estaba preparado para su lento proceso de digestión.