Visita al sastre [Priv Hesphyn]

Uhm... No podía estar equivocándose, ¿o sí? Era jueves. Y aunque no habían decidido una hora, esa era sin lugar a dudas la casa del sastre, con ese cartel tan bonito y elaborado que tenía unas tijeras y un lienzo que brillaba como la seda, incluso al haber estado un tiempo al aire libre. Comparado a su letrero, sin dudas la avergonzaba siquiera pararse cerca de la puerta de un negocio tan bonito y es por eso que ya llevaba diez minutos luchando contra su timidez para tocar la puerta.
Como siempre, llevaba su saco gris con la capucha sobre el pelo lacio y eso por suerte disimulaba los nervios que tenía. Sabía que le había dicho que iría al baile a Hes-san, pero aún así... Permitir que le regalara un vestido de un local tan sofisticado como aquel... El solo pensamiento le hacía morderse un labio arrepentida y esa era la razón por la que, cada dos por tres, tanteaba en su bolsillo el frasquito que le había dado el pelinegro la otra vez, apenas abierto su negocio en el galpón del Orfanato. Se había levantado muy temprano para terminarlo, tras dejar que reposaran algunas de las plantas que necesitaban airearse para emitir olor, e incluso le había agregado otra gota de Aerilea, esa flor tan escasa que apenas si conseguía una o dos veces al año, para evitar justamente sentirse así. El noble le estaba comprando el perfume de esa forma y, además, no tenía nada de malo despilfarrar un poco cada tanto...
¡Shimatta! Si no tocaba la aldaba ahora no lo haría nunca, se riñó y finalmente, con los puños apretados y la vista clavada en sus pies, se acercó veloz a la puerta y tiró del elegante llamador, sintiendo con esos golpes que el corazón se le aceleraba al triple de lo normal.

Spoiler:

Estaba tranquilo hablando con Hisao, mi habitual sastre, sobre la joven que me acompañaría. Le comente brevemente mi idea, remarcando la importancia de hacerlo rápidamente y que sea lo más bello posible. Una cortina semi transparente cubría la puerta, por lo que no podíamos ver detrás. El sonido de la puerta nos interrumpió, Kaho había llegado. Tontamente sonreí al verla, y la vergüenza me hizo dar vuelta. La joven se acercó, por lo que hice una reverencia y le presenté al sastre. "Que alegría, llegaste Kaho." Luego mirando al sastre, confuso por la extraña vestimenta de la niña, le dije "Hisao, esta es la bella joven que conocí el otro día y llevara tu magnífica creación".
En ese momento tenía una camisa roja, algo raro en mi, acompañado de un pantalón negro, botas, y un saco largo negro y detalles rojos. Mi katana, como era habitual, asomaba esta vez por mi espalda. A diferencia de muchas personas que la portan, en mi no parecía un arma sino otra parte de la vestimenta, daba un aire elevado, y algo cálido.

Ara, y resultó ser que la puerta no estaba cerrada, y que tenía una cortina atrás. Apenas si había esperado en el umbral unos segundos que ya se había encontrado con que estaba abierta, pues había cedido bajo el peso del llamador. Aliviada en parte por no ser recibida al instante, aún se sentía abochornada cuando entró en el local, tras tocar en un lugar abierto. Tras apartar el aterciopelado dosel con cuidado, se vio en seguida frente a Hesphyn y el que supuso sería su sastre.
-H-hai... No habíamos a-arreglado un horario, así que vi-vine lo más temprano que pude -murmuró luchando contra el deseo de esconderse bajo la capucha mientras juntaba los dedos índice con nerviosismo- Ah, uhm, u-un gusto -respondió a la presentación, ruborizada, e hizo lo más cercano a una reverencia que sabía hacer bajo la mirada del modisto, repitiendo el gesto en dirección al noble, vestido de rojo y negro esta vez, que se había inclinado a su vez cuando la vio acercarse. Con su jean ligeramente roto, en las rodillas sobre todo, y la mejor remera blanca que tenía, la de los tirantes gastados por el uso, se sentía realmente fuera de lugar allí, por lo que se removió inquieta cuando el sastre le dedicó una mirada de arriba abajo que no supo decir si no silenciaba una crítica a su vestimenta.

Noté una pequeña molestia en Kaho, quizás por cómo el viejo la miraba, pero lo conocía, y sabía que no era algo malo. "no te preocupes Kaho, nos gusta cómo estas vestida, es muy personal y bello, a veces estos clásicos conservadores no comprenden.". No pude ver bien la reacción de la joven, mas creo que se alivió un poco.
"Ven Kaho" tomé su mano y fuimos los tres a la parte trasera del lugar. Era una sala un poco más grande que la entrada, llena de espejos en las paredes de madera, con una pequeña araña colgando del techo, que iluminaba perfectamente todo el lugar. Kaho parada en el centro, yo mirándola desde un banco en una pared, el sastre con gran habilidad y experiencia tomaba todas las medidas necesarias, y antes de darme cuenta, ya había terminado. Esperé sonriendo a Kaho, que se acercaba sin rumbo hacia mí. probablemente nunca había hecho algo así, la entendía, así que mi único objetivo era que no se sintiera mal, o incómoda.

Etto... ¿Clásicos conservadores? Palabras complicadas, pero parecía que lo decía para tranquilizarla. ¿Ta-tanto se había notado que estaba nerviosa? Eso la hizo ruborizarse un poco al asentir en silencio, sobre todo cuando el noble la tomó de la mano para encaminarla hacia un lugar donde la volvió a dejar a merced del sastre. Y de un montón de espejos, esta vez, que no hicieron más que inhibirla.
Por el esfuerzo que tuvo que hacer por quedarse quieta mientras el hombre le tomaba las medidas y no saltar con cada toque que le daba, fue un alivio que el asunto fuera breve. Se ve que tenía mucha práctica en aquello, pensó, y se acercó con timidez al noble cuando hubo terminado.
-Ehm, Hes-san... Terminé el perfume a-así que... -murmuró entonces nuevamente sonrojada antes de llevarse la mano a los bolsillos de su saco y tenderle con cuidado el adornado frasquito que le había dejado para que lo llenara de la fragancia cuyo esbozo ya le había mostrado- Espero que n-no haya tardado demasiado -susurró a modo de disculpa levantando apenas los ojos hacia los negros y profundos iris del otro para espíar su reacción.

¿Tan rápido lo había terminado? Y ciertamente el aroma era fantástico, aún mejor de lo que recordaba. "Kaho, es precioso, gracias" me quede un rato oliendo y disfrutando aquel precioso elemento hasta que recordé la caja.
Kaho tenía su vestido, pero no tenía zapatos para usar con el. La tarde anterior había pedido a una amiga que le hacía los zapatos a mi hermana un par acorde al vestido. Guarde el perfume en mi saco, y entregue a Kaho la caja blanca que me acompañaba desde el piso. Eran unos zapatitos (que trate de acertar en la medida de la joven) con poco taco, abiertos, con pequeños detalles en piedras celestes y azules y dos cintas azules que subían por la pantorrilla. "Esto también es para ti Kaho".

-So-son... ¡Hermosos! -exclamó como pudo, embelesada por esos zapatos tan delicados que guardaba la caja que le había tendido el noble y ella había abierto, insegura al principio, pero entusiasmada después. ¡Tenían piedrita de colores! ¡E incluso algo de taco, debajo de esas cintas que suponía eran para atarse a la parte baja de las piernas! Eran preciosos. Con sinceridad, preciosos. Aún no había visto el vestido, pues lo más lógico sería que le tomara un tiempo al sastre diseñarlo de acuerdo a sus medidas, pero de todas formas... Con unos zapatos así...
-¿E-está bien si me los pruebo? -preguntó con timidez, hipnotizada por el regalo de Hes, que junto al halago del noble respecto al perfume la habían puesto tan feliz que le brillaban los ojos de la emoción. Apenas si había visto unas sandalias como aquellas una o dos veces en su vida, cuando Doll nee-chan le había dejado darle un vistazo a su armario.

"me alegra que te hayan gustado. Por supuesto!" la alegría salió de mi boca antes que pudiera contenerlo. Le habían gustado, valió la pena. la emoción que demostró la joven era realmente satisfactoria. "hisao, podrías retirarte?" quería que Kaho estuviera cómoda, y la mirada juzgadora del viejo no sería de ayuda.
Rápidamente tomó asiento a mi lado, sacando con delicadeza los zapatos de la caja, y descalzándose con agilidad. los admiró una vez más antes de ponérselos y de un salto estaba ya frente al gran espejo, donde se admiraba con sus nuevos zapatos. Era realmente preciosa, tan delicada, tan pura. "te quedan preciosos Kaho..." se me cortó el halago, entre la sorpresa y la sinceridad.
Sin decir nada me levanté y me acerqué hasta ella, tomando su delicada y pequeña mano, hice una reverencia y pregunté "veamos cómo bailas con ellos". El vinilo del Vals de las Flores, mi favorito, por cierto, había sincronizado perfectamente mis intenciones y al terminar mis palabras la música comenzó.

¡Le había dado permiso! No se lo pensó dos veces, tras oír las palabras del noble, y casi sin darse cuenta de lo que hacía, dejando que su cuerpo actúase solo como a causa de un reflejo, se descalzó con rápidez y se cambió sus zapatillas de lona semi-destrozadas por aquellos zapatos que brillaban con destellos azulados. ¡Eran tan hermosos! Aunque los halagos de Hes la hiciesen sonrojar un poco, la verdad es que el saludable rubor de sus mejillas se debía, más que nada, a la admiración que le provocaba ese calzado con el que ahora se observaba al espejo, sin saber muy bien cómo había llegado hasta allí y sin importarle tampoco con aquellas delicadas sandalias puestas en los pies.
Aún atontada por la belleza de los zapatos, tan solo se dio cuenta de que el noble se le había acercado cuando la tomó por la mano y le propuso bailar, al son de una música que no pudo evitar preguntarse de dónde había salido. Con unos pasos torpes se volteó entonces hacia él y se puso aún más colorada de lo que estaba al tartamudear un aturdido
-De-demo... Wa-watashi... -hecha un lío mientras buscaba en su interior las palabras correctas en español para explicarle que no tenía idea de cómo se bailaba el vals, trastabilló con el poco taco de sus sandalias nuevas y se agarró como pudo de la camisa roja de Hes, sin poder detenerse, para verguenza suya, antes de terminar aferrada al pecho del noble con ambas manos, sus cuerpos tan cerca que podía sentir los látidos de su corazón retumbando en el aturdimiento de sus oídos y notar lo agitada que estaba en constraste con el aristócrata.

Spoiler:

Creí escuchar una vacilación en sus palabras, mi japonés gastado no me ayudaba mucho, y de repente estaba frente a mi cayendo. La tomé por la cintura, como un acto reflejo, y se aferró a mi pecho, algo agitada y con fuerza. Quizás me sonrojé un poco, era incluso en ese momento, tierna. Sentía su corazón latir más rápido que el mío. sin su capucha, pude admirar su rostro y sus ojos. "que hermosos ojos" me dí cuenta que estaba pensando en voz alta, pero quizás no me haya escuchado.
Se me separó rápido, tras un breve momento de desconcierto. Sonreí para que no se sintiera nerviosa. "nyu, estás bien?" (todavía tenía atado a mí el nyu, a pesar de ser lobo, por ese jóven gato blanco, que años atrás supe conocer). Sin esperar respuesta, tomé su mano nuevamente, mientras la música seguía, aún en la parte introductoria, "no hace falta que sepas bailar, pero no es problema alguno si no quieres". La miraba sonriente, quizás ese pequeño momento haya roto una timidez que separaba ese trato que esperaba, más familiar, más cálido.

Spoiler:

Rojo, bordó o algún escarlata incandescente. ¡Quién sabe de qué color estaría su cara en esos momentos! Tardó unos segundos en entender qué pasaba, pero aún así comenzó a sonrojarse antes, sintiendo al noble tan cerca, y terrminó sobresaltándose al oírle hablar a centímetros de su rostro, alejándose con rapidez mientras balbuceaba unas cuantas palabras incoherentes. ¡A-a-acababa de aferrarse a Hesphyn Satou, quien la había tomado de la cintura y le había dicho que sus ojos eran bellos!
Como de lejos escuchó entonces la pregunta del aristócrata y registró de forma indirecta esa onomatopeya tan característica de su idioma a la que respondió con un inaudible "hai". Ya pronto estaban tomados de la mano otra vez, y Kaho, que aún no dejaba de desear que se la tragase la tierra, intentó esta vez seguirle los pasos mientras murmuraba un tímido "ie, ie" y agitaba la cabeza para darle a entender que sí le gustaría bailar.
-Wa-watashi... Y-yo... Yo quiero bailar con Hes-san de-demo... No sé bailar -logró murmurar finalmente, levantando apenas la vista hacia el noble, para volver a fijarla con rapidez en sus zapatos. Después de todo, Hesphyn la había invitado a un baile, le había conseguido zapatos y encargado un vestido... No podía negarle un vals.

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Luego de un breve contacto visual, noté que me asentía con su tímida voz y sus gestos. Un paso delante, paramos. Al escuchar su respuesta, sonreí, ya sin querer disimular la alegría, y la tomé delicadamente. "Es simple, sigue mis pasos: hacia atrás, al costado, junto. delante, costado, junto".  No sin timidez ni golpes, comenzamos a bailar. Al poco tiempo, nos reíamos, flotábamos, al compás de Tchaikovski, en el salón que lentamente tornó dorado, con hermosas telas colgando y tapando ventanas, pisos de mármol brillantes y una araña enorme sobre nosotros iluminando la tarde.  
 Terminó la música, y el salón dorado volvió a ser la pequeña sala de madera con espejos. Nos miramos, sin decir palabras, y con todo guardado salimos de la casa, dejando atrás a Hisao y sus medidas.

U-uh, ¿qu-que lo siguiese? Un paso adelante, otro más y... ¡kuso! ¡Lo acababa de pisar! Y aunque ahogara la disculpa en su sonrojo, de seguro iba a hacerlo otra ve- ¡K-kuso! Lo había vuelto a hacer. Suerte que Hesphyn-san le decía hacia dónde moverse, porque sino le habría hecho perder un pie.
Curiosamente, fue mejorando de a poco a medida que avanzaba el vals. Y a su vez se desvanecía, con cada compás de esa suave melodía, su nerviosismo. Nota tras nota se fue relajando mientras el noble la guiaba, al punto tal de llegar, ya sobre el final de la pieza, a un estado en el que sus pies, la sala y todo lo que no fuera la sensación de paz y tranquilidad que la inundaba perdió importancia. Sólo quedaban ella y Hesphyn girando en una nube que no se molestó en analizar, o no más que para notar, sonriendo sin ninguna razón, que parecía emanar un cálido brillo dorado.
De todas formas, como todo tiene un fin, el vals acabó antes de que se diese cuenta y Kaho, contagiada aún por la sutileza de aquella música, posó sus ojos con docilidad en los de la persona que había hecho todo aquello posible y se quedó así por unos segundos antes de apartarse y cambiarse sus zapatos, para guardar los nuevos y salir en silencio tras Hesphyn.
-¿Adónde vamos, Hes-san? -preguntó finalmente cuando la luz del sol y la brisa de la calle la ayudaron a reaccionar, a apartarse de aquel hermoso momento que atesoraría y cobrar conciencia de dónde estaba, parada en medio de la calle con la bolsa de las sandalias colgada de un brazo.

La mirada de Kaho me volvía a atrapar. En el impulso de la felicidad, sin pensarlo, tomé su mano y comencé a caminar. "Vamos a tomar el té." Noté que di un paso y no se movía, hasta que vi que le daba vergüenza. Solté su mano y comenzamos a caminar, por entre las pequeñas calles y la gente. Poco a poco quedábamos solos, poco a poco el silencio nos rodeaba. Calles más pequeñas, luz más tenue.
Una puerta roja, con detalles en color madera nos enfrentó. Entramos, con paso callado, y el aire de mi segundo hogar volvió a mis recuerdos. saludé con una breve reverencia y tomamos asiento en la mesa que acostumbraba. Sin ver la carta, sabía que iba a pedir mi Té negro de Ceilán con pétalos de rosas. No sabía si Kaho tenía una preferencia en tés, aunque siendo herborista, no dudaba de su capacidad. Por las dudas, un Té negro con melón de Cavaillon, miel y pétalos de bleuets sería indicado para ella.

Apenas si escuchó la respuesta a su pregunta cuando el noble la tomó de la mano. No podría haber encontrado mejor forma de recordarle que normalmente se avergonzaría de pasear de una forma tan familiar con cualquiera, y más aún con Hesphyn Satou. Tal vez por ello es que se volvió a poner roja de golpe y no se movió hasta que el de negro la soltó. Recién entonces asintió con la cabeza y lo siguió a una casa de té.
Por suerte el lugar era precioso y eso la ayudó a despejarse un poco, sobre todo a causa de las numerosas fragancias que inundaban el ambiente. Como por más herborista que fuese no solía frecuentar esa clase de lugares ni en sus sueños, dejó que el aristócrata le eligiera una infusión con un nombre extrañamente largo y se dedicó a curiosear un poco con la mirada el local, dedicándose más que nada a espiar las bebidas del resto para identificar qué llevaban.

Tomé mi té lentamente, al igual que ella. A pesar de ser el mismo de siempre, tenía un sabor diferente. Pero seguía siendo extremadamente rico. kaho se perdía entre la poca gente que pasaba, observando lo que bebían lo que comían. Estaba totalmente atrapada. Como sabía que realmente le interesaba, no quise interrumpirla.
Bajo mi saco, junto a las dagas, llevaba mi flauta. Como si desenvainara una espada, la saqué velozmente, y con un suave gesto, comencé a tocar. Para las jóvenes que atendían el local era común que hiciera esto, por lo que no dijeron nada. La gente que conocía ese lugar eran clientes habituales, sin mencionar que la escasa cantidad de mesas no permitía una gran acumulación de gente, por lo que también me conocían. Tocaba una suave melodía celta, dulce, lenta, tranquila; en total armonía con el lugar.

Tan concentrada estaba en buscar en su memoria los nombres de todas las plantas empleadas en el lugar, que por poco y se sobresaltaba cuando Hesphyn empezó a tocar. De no ser una melodía tan suave y bella no le cabía duda de que lo habría hecho, pero con aquellos compases dulces y tranquilos no pudo más que voltearse a mirarlo como en un trance y quedarse así por unos momentos antes de recordar dónde estaba cuando notó que le habían servido su té, que tomó avergonzada y empezó a sorber con lentitud mientras el de pelo negro hacía música con su flauta.
La infusión estaba deliciosa y, por más que se preguntase cómo nadie en el local se extrañaba de que el noble se pusiese a tocar sin previo aviso un instrumento tan curioso como aquel que parecía haber sacado de la mismísima nada, Kaho no abrió la boca hasta que Hesphyn terminó con su canción.
-Suena precioso -se encontró diciendo sin realmente pensarlo dos veces y se llevó una mano a los labios, sorprendida, y esbozó unas cuantas excusas inconexas- E-es decir, que la ca-canción era tan tranquila y e-el instrumento parece t-tan noble q-que... -exclamó acalorada y acabó sorbiendo de su té para acallar ese ataque de nervios repentino y susurrar- El té también está sabroso.

Al principio esperaba una respuesta en ella, pero a medida que me adentraba en la música, me relajaba. Terminé la canción y la voz de Kaho me devolvió a la realidad. "Me alegro que te haya gustado el té. Pensé que sería indicado para ti. Por la música, gracias, es una canción mía" a todo le agregaba una sonrisa, probablemente buscando que Kaho este menos nerviosa.
Pensando que quizás quería hablar, guardé nuevamente el instrumento, y la miré disimuladamente, para no incomodarla. No me dijo nada, por lo que volví a intentar "¿no tomas té seguido?"

¿Así que era una canción suya? Aquello sonaba aún más sorprendente que el instrumento en sí, pues la melodía le había parecido casi mágica de lo preciosa e hipnotizante que era. Que le agradeciese los halagos la hizo inhibirse un poco, ya que en realidad no había pretendido decirlos en voz alta, y probó nuevamente concentrarse en el té, que le calmaba los nervios. Tal vez buscar los ingredientes de su infusión la calmara. Miel, melón y... ¿Cuál era el nombre de esa planta?
-¡Camellia sinensis! -exclamó sin darse cuenta el nombre de la planta con la que se hacía el té negro y negó con la cabeza cuando Hesphyn le habló, feliz en parte de haberse acordado y roja otra vez por haberlo gritado en medio del salón de té- I-Ie, apenas una taza al mes... -respondió, con la vista fija en su infusión, que humeaba entre sus manos- Okaa-san hacía mucho té, c-creo, pero desde que murió no tengo con qui-quien compartirlo así que... -dejó la frase en el aire entristecida un momento antes de levantar la vista hacia el noble para preguntar por el nombre de la variedad que había pedido para ella- Este es kōcha, ¿cierto?

Probablemente yo sabía bien lo que era perder a alguien, sufrir por eso, pero quererlo, recordarlo. Sabía también cuando hablar de eso y cuándo no. Decidí dejarlo ahí. Correctamente, adivinó la hoja, como esperaba "Sí, es té negro, en verdad rico, ¿te gustó?" dije sonriendo, aún tratando de recuperar mis pensamientos.
No esperaba una respuesta mayor a un movimiento de cabeza, y ya me acostumbraba a los modos de Kaho, por lo que proseguí. "faltan dos días para el baile, ya está todo listo, ¿hay algo que quieras hacer?". Sinceramente no esperaba alguna propuesta, pero me gustaba la idea de que ella me propusiera algo, y yo poder ayudar. En ese momento ví que una especie de soga negra y peluda se levantaba a mi lado. ¡Mi cola! qué vergüenza, no me había dado cuenta de la transformación que mi cuerpo interpretó en alegría, y la felicidad y curiosidad se manifestaba. tomé rápidamente mi saco y lo tiré sobre ella, esperando taparla y que Kaho no la viera. Nunca se escapa, curiosa.

Y como el otro esperaba, Kaho simplemente asintió con la cabeza cuando le preguntó si le había gustado y se contentó con haber adivinado la clase de té que había pedido para ella. Kōcha era justamente la infusión preferida de su padre y beberla le traía tantos recuerdos que se quedó callada unos minutos mientras se lo terminaba. Cuando hubo dado el último trago el noble le preguntó si había algo que quisiese hacer ahora que todo estaba listo para el baile y ella dejó la taza pensativa sobre la mesa.
-Oh, ¿ya está todo listo? ¿No hay nada en lo que pueda ayudar? Pensaba que tal vez habría algo que yo pudiera... hacer por el...
A punto estaba de explicarle que le habría gustado colaborar con el baile cuando notó, al igual que Hesphyn, que se levantaba algo negro y peludo a su lado y dejó la frase a medio camino, sin entender en un principio de qué se trataba y soltando una exclamación de sorpresa al comprender:
-¡Hes-san! ¿Es un híbrido? -preguntó sorprendida al verlo cubrir su cola con su saco.

Vio mi cola, no vale la pena esconderla. "Soy híbrido con lobo. Hace varios años, luego que mi familia, mi hermana (...) me fui al bosque, abrumado. Allí conocí a una familia de lobos, con los que por cuestiones del destino intercambié mi sangre y nos relacionamos. A veces, cuando estoy sólo, me vienen a visitar, ellos son mi familia."
Pasé luego a acariciar mi cola y mirándola le dije suavemente, "bueno, ya nos vio. Muestra unos modales." Ante mis palabras, mi cola se acercó lentamente a Kaho, y bajando la punta hizo un esbozo de reverencia. Agregué sonriendo "si quieres podemos salir a dar un paseo, quizás te guste montar un lobo".

"Híbrido con lobo", escuchó embelesada y rió sin darse cuenta cuando la cola del noble la saludó. Quién lo diría, Hesphyn Satou había vivido con una familia canina y todavía la iba a visitar. La idea le pareció tierna, pero de todas formas extraña a causa de la ascendencia y el modo de vida del aristócrata, del que sin duda no se habría imaginado que tendría un lado "animal", por decirlo así.
-¿A-Ara? ¿Montar en Hesphyn-san? -repitió ruborizándose ante la sola propuesta y se hizo un lío al darse cuenta de lo que había dicho, removiéndose nerviosa en la silla al intentar arreglar aquella frase- O-Osea en lobo, porque Hes-san es un lobo y montarlo si-significa subirse so-sobre su lo-lomo.... -tartamudeó poniéndose cada vez más roja e incómoda. ¡Baka, baka, baka! ¿Cómo había podido decir algo con un doble sentido evidente? Encogida y avergonzada, pocas veces había deseado con tanta fuerza que se la tragara el piso.

¿Montar en mí?, ¿hablaría en doble sentido? En fin, la idea le gustó, por lo que finalmente se concretará. Miré mi cola y ambos nos pusimos felices con la idea. Podríamos ir a la playa, o al monte, o si quiere, ir a ver a mi familia. Tantas cosas pasan por mi mente. "Te gustó la idea, ¡podemos ir a muchos lugares! Pero vas a tener que aferrarte bien, vamos a ir rápido." sonreí, y comencé a planear. Por el momento teníamos la fiesta por delante, y tiene que salir todo bien. "Va a tener que ser después de la fiesta igual, ya vamos a tener tiempo para todo."  ¿Qué estaría pensando Kaho?

-O-Oh, p-por supuesto -respondió aún ruborizada Kaho, que no solo tenía en mente el doble sentido de lo que había dicho sin querer sino que también había notado que se podían leer entre líneas las frases de Hes-san. ¿"Aferrarse bien"? ¿"Ir rápido"? Uy uy uy, si le estaba saliendo a relucir el lado depravado que no tenía, ¡ya sabía ella que no debía escuchar lo que decía Storm onee-chan, que sin que ella le preguntase siquiera le había contado varias cosas de las que prefería jamas haberse enterado!
-Go-Gomen'ne, ¡iréalbañounmomento! -exclamó ahí donde no pudo más, llevándose las manos a la cara enrojecida de la verguenza para levantarse apurada y huír al baño, donde pensaba mojarse la cara una o dos veces antes de volver a los cinco minutos más calmada y preguntar- Etto, Hes-san, ¿necesitaba algo más de mí?
Tenía unas plantas que recoger en el Bosque Tenebroso y si se le hacía tarde caería el Sol y no podría ver nada de nada.