Visita al sastre [Priv Hesphyn]

Sin darme tiempo a reaccionar, se levantó y corrió al baño. Las jóvenes detrás del mostrador la observaron brevemente sin decir nada y siguieron con sus cosas. No me esperaba esa reacción, pero la entendía. Quizás Kaho sea un poco más tímida de lo que esperaba. Cosa por cierto que la hacía más tierna aún. Aproveché el tiempo en que no estaba para saldar los gastos de la tarde e intercambiar pocas palabras con la joven que me atendía habitualmente.
Kaho regresó al tiempo, entre sonriendo y nerviosa, o al menos eso me pareció. cuando se sentó me preguntó si necesitaba algo, a lo que pude responderte que "Me gustó mucho esta pequeña velada, no hay nada por el momento más que las gracias. Si no te molesta, podría acompañarte a tu casa, o si tienes que hacer algo.". Ya era tarde, y quería acompañarla para que esté segura, y poder pasar un tiempo más a su lado.

-Y-yo también disfruté mucho d-del té y la sa-salida -contestó a su vez y se removió un poco incómoda en el asiento en el que se había vuelto a sentar, tras mojarse un poco el rostro y la nuca en el baño- Ah, e-etto... Tengo que ir al Bosque Tenebroso a recoger unas plantas, pero no es un buen lugar en el que internarse de noche, por lo que debe ser ahora -explicó luego y junto los dedos índices nerviosa antes de levantar la vista hacia él.
-¿Realmente no le molestaría a Hes-san acompañarme al bosque? -preguntó intranquila, pues sabía que ése no era un sitio en el que a la gente en general le gustase estar. Se comentaba que esos parajes estaban embrujados, y que los árboles de aspecto sombrío, junto a monstruos y fantasmas, se movían por las noches para atrapar incautos. Kaho, como herborista que era, sabía que esas ideas eran absurdas, y no comprendía cómo el resto podía temer que la flora los atacase, sobre todo porque a ella siempre le habían parecido nobles y tranquilas las plantas del Bosque Oscuro.

Spoiler:

Tardé un segundo o menos en entender, y sin duda alguna le diría que sí. "Tendré que llevarte entonces" dije en un tono solemne tratando de remarcar el tono bromista. El Bosque no era bien visto entre los habitantes de la ciudad, pero para ambos, entendí en nuestra mirada, era un lugar, al menos, familiar.
Kaho sonrió, por lo que salimos juntos de la casa que nos había recibido. Al llegar a la calle, no había nadie: efectivamente la noche asomaba. Con delicadeza, me quité el saco, y lo entregué a Kaho, que miraba algo confundida. Luego las botas, y descubrí una mirada tímida y sonrojada que me espiaba. Desabroché mi camisa, y Kaho se volteó, quizás por la vergüenza. Me aparté y le dije "no te asustes"-
Dí un salto, y al caer al suelo nuevamente, lo hice en mis cuatro patas. dí un leve bostezo que mostró mis colmillos, pero me acerqué a Kaho y lamí con dulzura su cara.
Me arrodillé, al menos como puede un lobo gigante, y le di a entender que podía subir.

¿Eeeeeh? ¿Se iba a sacar la ropa allí mismo? Habían salido del local después de que Hes-san aceptase acompañarla y ahora, boquiabierta, observó al noble quitarse el saco y los zapatos. Llegó incluso a espiarlo tímidamente mientras se desabrochaba la camisa. Claro que, antes de que llegase siquiera al tercer botón, Kaho había volteado roja como un tomate, habiéndose olvidado incluso de si habían pagado o no el té. ¿Cómo podía desvestirse con tanta tranquilidad? No había nadie en aquel instante ¡pero estaban en la calle comercial! ¡La gente podría aparecer en cualquier momento!
Por suerte la impresión duró solo unos segundos. Apenas si transcurrieron unos instantes de bochorno antes de que volviese Hes-san, esta vez en su forma lobuna. Era un lobo colosal, de pelaje sedoso, y la sorpresa de enfrentarse a semejante animal le quitó la inquietante imagen del noble semidesnudo. Ayudó más que nada que el híbrido desidiese lamerle suavemente el rostro, pues la hizo reír alegre y estirar una mano para acariciarle la cabeza.
-¿Puedo subirme? -preguntó cuando el aristócrata se acunclilló sobre sus cuatro patas y buscó algo nerviosa la manera de montarse sobre él sin dañarlo- E-etto, ¿no puedo lastimar a Hes-san sentándome sobre él? -consultó indecisa, mordiéndose un labio.

KahoKaho no sabia si yo podía hablar, así que aproveche eso para darle una sorpresa. En un cariñoso gruñido, digno de un perrito, le di a entender que no era inconveniente, menos aún teniendo en cuenta su pequeño tamaño en comparación al mío y su delicada forma. Y fue por eso justamente que me decidí a no agarrarla con mis dientes de la espalda para que suba a mi lomo. Con un poco de temor o vergüenza, subió y se acomodó en mí.
La mire, al menos hasta donde mi cuello podía, y le dije "agárrate fuerte, va a ser un viaje movido". En realidad no lo seria, pero quería que me escuche hablar. Una vez que sus delicadas manos agarraron todo el pelo que podían y claramente sin la intención de tirar, Camine primero, y luego, de a poco, comencé a trotar, para después correr. Algo bueno que tenemos los lobos, es nuestra forma de correr. El cuerpo se nos alarga, y el viento se abre a nuestro paso. Somos ráfagas negras que atraviesan la noche. Pasos largos, viento, los lobos dominamos el arte de volar con pies, o mejor dicho, patas.
Esta noche, una bella joven me acompañaba, joven que seria mi invitada de honor a la fiesta anual, y a quien acompaño al bosque.
   Ya hacía varios meses no pasaba por allí, así que podría visitar nuevamente. Es verdad, el bosque queda no muy lejos de la cuidad, pero lleva su tiempo. Imagino que para Kaho es un camino agotador, por lo que mi recompensa aquí es su satisfacción. Al llegar a la entrada al bosque, como es tradición, baje mi cabeza, y acerque mi hocico a la tierra en forma de saludo.
 "Kaho, ¿quieres que siga así hasta adentrarnos, o extrañas mi forma humana?", Pregunté ya que no sabia que debía hacer.

E-etto... ¿Una pierna a cada lado? ¿O las dos al mismo? Tímidamente, Kaho se sentó sobre el lomo del lobo y buscó con cuidado de dónde agarrarse para no caerse en cuanto el noble empezase a andar. Con sorpresa, vio cómo el animal voltaba hacia ella y hablaba. Abrió los ojos bien grandes al asentir con la cabeza y guardó silencio un rato hasta recordar cómo se articulaban las palabras. ¡Increible que incluso un lobo pudiese expresarse mejor que ella!
-He-Hes-san, no le duele si me-me sujeto a su pelo, ¿o sí? -dijo como pudo y cerró las manos sobre su pelo incluso antes de que éste le respondiese, nerviosa al sentir que el noble se removía bajo ella, caminando primero para trotar después.
Cuánta elegancia. Cada movimiento era un mundo, y desde donde estaba el suelo bajo sus pies y el paisaje a su alrededor no podían competir con la simple y admirable velocidad del lobo. En cuanto llegaron, Kaho observó con curiosidad cómo Hesphyn-san agachaba la cabeza y acercaba el hocico a la tierra.
-Co-como Hes-san prefiera -contestó cuando el noble se dirigió a ella y bajando un poco el tono de voz, pues no estaba segura de si podría o no preguntar aquello, tartamudeó- U-uhm, Hes-san, ¿cómo habla en su forma animal?

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Por suerte el día no era muy fresco, y la leve brisa acompañaba nuestros pasos como una invitación a seguir. Concentrado en el bosque y en mis pasados recuerdos, una delicada y bella voz interrumpía mis pensanientos. Un rugido salió como respuesta, y luego una serie de cortos gruñidos nasales, dándole a entender que era algo así. Camine sin prestar atención a eso, aun con Kaho arriba mio. "Por cierto, dije que te vez muy bella bajo la luz de la luna", agregue girando un poco el cuello, en un tono entre jocoso y seductor.
"¿Y bien? Veo que te diviertes con mi forma animal" agregue al llegar a una pequeña zona abierta, donde la luna iluminaba todo y el silencio del bosque acompañaba los latidos de nuestros corazones"

Avergonzada, Kaho bajó la cabeza y se escondió en la capucha. Por un lado, Hes-san le había gruñido, no fuerte ni brutalmente, pero le había gruñido. Y por el otro, la había elogiado en un tono raro que no sabía cómo interpretar. Era a la vez la forma en que muchos imaginaban dar cumplidos en las calles de Odalya y la forma en que gente como Storm, por ejemplo, imaginaba dar cumplidos.
Se bajo allí donde el lobo se detuvo en un claro y se quedó unos instantes quieta a su lado. Sólo la brisa recorriendo las copas de los viejos árboles torcidos quebraba la aparente tranquilidad del lugar. Lejos, los últimos rayos del sol desaparecían tras la flora. Bajo la luna recién salida, Kaho inspiró profundamente antes de hablar.
-Necesito Kandralya y se me ha agotado la Sirolya. Una es negra, con espinas, y la otra, una flor violeta. Por favor, no las toque demasiado, Hes-san -dijo y sin mirar atrás se internó en el bosque. Aquella sería una larga búsqueda, pues de noche se complicaría encontrar las plantas. ¿Se quedaría el noble con ella todo el rato? La verdad ya no sabía si le agradaba aquello o no.

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